domingo, mayo 11, 2008

Mano a mano


Cambiamos de escenario. No importa demasiado como han llegado hasta el apartamento de Marisa, pero el caso es que están allí, solas, sin más testigos que el aire denso que llena la sala.
En los preámbulos de la conversación se estudian disimuladamente; tratan de detectar en sus gestos muestras de desconfianza, de temor, o de predisposición a la mentira. Marisa intenta aligerar la tensión con un café, con una sonrisa; y durante un tiempo muy breve mantienen una conversación banal, pero tras los primeros sorbos, Marta comienza la charla trascendente.
- Marisa, ¿de qué me conoces? -pregunta Marta con la ansiedad en los ojos.
- Realmente de nada, Marta. -contesta Marisa sin pensarlo apenas. Ramón me habló de ti hace tiempo, y por una extraña intuición pensé que la persona que lo buscaba podías ser tú.
- ¿Ramón hablaba de mí? ¿Qué te contó? - preguntó Marta algo perpleja.
- Sí, hablaba de ti. Cuando yo lo conocí no hacía mucho que lo habíais dejado. El sentía ciertos remordimientos por la forma tan brusca que tuvo de despedirse, y además, aunque no lo creas, tardó cierto tiempo en asimilar vuestra ruptura. No fue fácil para él.
- Pues te diré una cosa. Visto con el tiempo no fue una mala forma de terminar. Los dos sabíamos que ya no existía nada entre nosotros, que lo mejor era dejarlo. Lo que menos necesitábamos era una larga sesión de explicaciones y reproches.
- Entonces... ¿por qué estás aquí?

7 comentarios:

tchi dijo...

Terminar es acabar...

Juanjo Montoliu dijo...

Sí, terminar es acabar. Gracias por decirlo. Sobra un terinar.

pepa mas gisbert dijo...

Sigo leyendo tu historia ocn atención pero sin memoria. Dos cosas, o vuelvo a leerlo todo otra vez o pones una síntesis.

Me alegra ver que sigue la historia de Ramón y Cia.

Un besazo

Sparrow dijo...

Juanjo: Fijate si te suena.

Tu presencia de bacana,
puso calor en mi nido,
fuiste buena, consecuente,
y yo sé, que me has querido,
como no quisiste a nadie,
como no podrás querer.

Se dio fuego de remanche,
cuando vos, pobre percanta,
gambeteabas la pobreza en la
casa de pensión.
(...)

Saludos!
Buen relato.

Adriana Bañares dijo...

Creo que acabo de encontrar un nuevo vicio!
Voy a leerme las entradas anteriores... que intuyo que todo esto me va a gustar.

Por cierto: me parece buena la idea de alma, lo de poner una síntesis.

Besitos.

_la Niña de las Naranjas_

Ignacio Bermejo dijo...

Leerte engancha. Me ha encantado e post.

Nikté dijo...

Me gusta como esas dos mujeres se encuentran, como se observan la una a la otra y una cosa: un rasgo muy femenino el de preguntar ¿Y si, que te dijo?
Somos tan curiosas...
El final, si, ese final donde nada acaba.

Sigo