miércoles, enero 21, 2009

Si te contara


Marisa tarda en responder. ¿Sabe realmente si Ramón está bien? Repasa rápidamente el tiempo que no sabe de él, y es mucho. No conoce su paradero, y ese pequeño ventanuco por el que se comunicaban hace tiempo, el blog de Ramón, permanece opaco a cualquier tipo de intercambio. ¿Y si le hubiera ocurrido algo? ¿Se enteraría ella? Finge que sí.

- Marta, si le hubiera pasado algo ya me habría enterado. Por su seguridad, cuanto menos sepa de él es mejor. Y, créeme, me interesa que nada malo le ocurra.

- Ya imagino -dice Marta- pero, en todo este tiempo ¿no has sabido nada de él?


Nuevamente, Marisa duda. La pregunta es directa y no admite muchos rodeos. Tiene que decidir si miente a la joven, o si le va a contar toda la verdad. Admitir que ha tenido algún contacto con Ramón provocaría nuevas preguntas. Ahora, dentro de su interior luchan, por una parte la espía, y por otra la mujer. La primera se inclina por proteger la operación y seguir cobijando a Ramón bajo su manto protector, la segunda no puede dejar de sentir simpatía y solidaridad por la búsqueda imposible de Marta, por su absurda tentación.

Mientras Marisa medita la respuesta, la mirada suplicante de su interlocutora le está torturando. Marta se ha quedado quieta, mirándola fijamente, pero su rostro no refleja exigencia alguna, sino más bien una angustia.que no puede dejar indiferente a nadie, que revela un desasosiego interno difícil de controlar. La respuesta urge, y más si cabe cuando el interrogante se mantiene suspendido, expectante, en la cara de la joven; el tiempo de meditación agoniza con los granos de un reloj de arena imaginario. Marisa, finalmente dice que sí, cuando su cuenta atrás ficticia termina, sin saber muy bien qué está diciendo.

- -duda Marisa- Sí. He sabido de él, pero...

- ¿Le ha pasado algo? -pregunta Marta, confusa-

- No, no es eso. Verás... No sé cómo contarte ésto. Me tienes que prometer que no dirás nada a nadie. ¿Puedo confiar en ti?

- Claro, la duda ofende -contesta Marta, sin pestañear-

- Yo no tengo permiso para contactar con Ramón. Su única forma de relacionarse con el exterior, con su antigua vida, es un apartado postal, cuya dirección solamente conocen un par de personas. Debe utilizarse solamente en caso de gravedad, no para comunicaciones habituales. El objetivo de la protección de testigos es que el protegido comience una nueva vida rompiendo todos los lazos con la anterior. Se trata de volver a nacer.
Así debió ser con Ramón, sin embargo... nosotros encontramos una forma de burlar el protocolo, una vía de escape clandestina para comunicarnos sin aprobación de mis superiores. Antes de contártela, espero que entiendas que me juego algo más que mi puesto de trabajo si se descubre todo.


- No te preocupes. Por mí nadie sabrá nada.

- No debería contarte ésto, es peligroso, pero te has implicado ya tanto que sería injusto dejarte así. Espero que seas discreta y prudente. La gente que está detrás de ésto no se para con chiquitas, y se lanzará sobre nosotros en cuanto sospeche que sabemos algo.

- Pero, entonces... ¿sabes dónde está? -pregunta Marta ilusionada-

- No. No lo sé. Realmente no tengo ni idea, y ni siquiera puedo asegurarte que esté bien. Hace mucho que no tengo noticias de él, realmente, pero no creo que le pase nada.

- Entonces...

- No seas impaciente. Ahora te cuento. Todo esto te va a parecer una tontería, una chiquillada, pero durante un tiempo esa chiquillada funcionó. Ramón tenía un blog, una página personal donde escribía. Era una especie de diario personal donde escribía para desahogarse. Antes de irme me dio su dirección, y durante un tiempo mantuvimos el contacto. Después, se cansó de escribir. Ahora ya hace un tiempo que no sé nada de él.

- ¡Vaya sorpresa! Nunca hubiera imaginado que Ramón tuviera algo así.. Ni siquiera sabía que le gustaba escribir. ¿Me puedes dar su dirección?

- Imaginaba que lo pedirías, y no te hubiera contado nada si no estuviera dispuesta a dártela, pero, por favor, no me lo transtornes mucho. Interesa, mal que me pese, que esté como está, calladito.

- No temas, no abusaré.

- Eso espero. La dirección es: http://diarivirtual.spaces. live.com Y ahora, tengo que pedirte una cosa.

- Dime.

- Si sabes algo de él, algo importante, ya sabes, cuéntamelo, por favor. Pero no utilices el teléfono. Ni siquiera el mío es seguro. Te daré un apartado postal de la embajada. Escríbeme ahí, a mi nombre, pero utiliza un seudónimo, un nombre falso. Puedes llamarte Sonia García López, por ejemplo.

- De acuerdo. Así lo haré. ¿Te puedo preguntar algo más?

- Depende de lo que sea -dijo Marisa ya cansada-

- ¿Tú le querías?

-.-