tag:blogger.com,1999:blog-45729620684111799212024-03-07T04:43:31.994+01:00La tentación de MartaJuanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.comBlogger24125tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-34200842610130458412009-11-13T15:42:00.004+01:002009-11-13T15:51:10.274+01:00Destino: Chamartín<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMab1CH-ja4ud3sIGIp3xVad9WffZQpGmKOoL1ZTubS_jwIZu4cvccS5tZVCWSIR0ssy1fC2v8zmAJEWw1EgI9P4brBpOsseNWZrrbLDcX50NE24Md3VNQMyNcU5Ntdbzt24WQ8yJeWYU/s1600-h/chamartin.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 295px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiMab1CH-ja4ud3sIGIp3xVad9WffZQpGmKOoL1ZTubS_jwIZu4cvccS5tZVCWSIR0ssy1fC2v8zmAJEWw1EgI9P4brBpOsseNWZrrbLDcX50NE24Md3VNQMyNcU5Ntdbzt24WQ8yJeWYU/s400/chamartin.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5403600320227208674" border="0" /></a><br />En la recepción del hotel no hay mucha gente a esas horas. El domingo invita a permanecer un rato más en la cama, demorar el desayuno, y aplazar el doloroso trámite de las maletas.<br /><br />Sin embargo, Marta ya está allí, con su equipaje recogido, el billete de tren dentro del bolso, y la tarjeta VISA preparada en la mano, a la espera que el conserje termine de calcular la minuta.<br /><br />Su mente se halla ya lejos de Madrid, pensando en el retorno, aunque el misterio del paradero de Ramón todavía le inquieta a ratos. En uno de esos, repara en la promesa de Marisa: las instrucciones para comunicarse con ella; y su vista se dirige entonces hacia el casillero de las llaves. En el de su habitación, un pequeño sobre blanco, sin remite, espera.<br /><br />En el camino de Chamartín, Marta no habla. El taxista intenta en vano darle conversación. El pequeño sobre blanco pesa como una losa dentro del bolso. Es muy poca información para tantas emociones, para tanto peligro pasado. Mientras las palabras vuelan por el taxi, Marta saca balance, y nota como su ánimo empieza a caer por un precipicio tan previsible como profundo.<br /><br />Poco antes de llegar a la estación, la mirada del taxista encuentra unos ojos rojos a punto de estallar, y algo por dentro se le mueve, una angustia repentina que le sube por el esófago hasta la garganta y le vuelve a bajar hasta la boca del estómago.<br /><br />Al despedirse, Marta baja la cabeza, pero pronuncia su nombre muy bajito.<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">Adiós, Carlos. Ha sido un placer conocerte. Quién sabe si volveremos a vernos</span>.<br /><br /><div style="text-align: center;">-.-<br /><br /><div style="text-align: left;"><br /></div></div><br /><object width="353" height="132"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=19c1568" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com41tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-36702265135724497392009-10-21T21:00:00.000+02:002009-10-21T21:00:01.714+02:00A vida o muerte<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgz-XdW6XqDppfAxSxhZF6X_trIgryXJ-WnmXOHppAwveTGf2OaGLdVUSnmKJRF1ZyqmZaFXFevhH7K4MKcD0JgWwW6Na7sw5Dy1yczHVByEcf-G1FJDM4cL_kShxaqPvc1jecKgNS7aRQ/s1600-h/quirofano.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 300px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgz-XdW6XqDppfAxSxhZF6X_trIgryXJ-WnmXOHppAwveTGf2OaGLdVUSnmKJRF1ZyqmZaFXFevhH7K4MKcD0JgWwW6Na7sw5Dy1yczHVByEcf-G1FJDM4cL_kShxaqPvc1jecKgNS7aRQ/s400/quirofano.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5395045906330238258" border="0" /></a><br /></div>En el Gregorio Marañón cada segundo cuenta. Los auxiliares corren empujando la cama, balanceándose los goteros con furia. El cirujano revisa el material de prisa, pide los guantes, se ajusta el delantal y se ciñe una máscara. Los ayudantes se mueven con una rapidez y precisión labradas por años de experiencia, aunque entre ellos siempre se mezcla algún novato, médico o auxiliar, que estorba un poco el ritmo trepidante pero armonioso del trabajo. Cuando el paciente llega, todo está preparado para una intervención rápida.<br /><br />Desesperante hubiera sido la espera, si alguien aguardara en la sala, pero está desierto el local donde habitualmente anida la impaciencia, y, en cambio, el tiempo del quirófano se mide con otra vara, o mejor dicho, con otro diapasón. En términos absolutos, han sido cerca de cinco horas de operación, un trabajo sofisticado y duro, pero gratificante.<br /><br />El cirujano todavía no es consciente del cansancio que lleva encima, sólo intuye el éxito de su buen hacer, que deberá pasar todavía por el examen del post operatorio. Si éste complica con alguna infección, o el paciente no termina de recuperarse pronto de la debilidad causada por la pérdida de sangre, todo el trabajo podría irse al traste.<br /><br />Sin embargo, él sonríe optimista. Apostaría diez a uno por la supervivencia del hombre que ha centrado sus pensamientos las últimas horas, piensa mientras se cambia de ropa.<br /><br /><div style="text-align: center;"><br /></div><br /><object width="353" height="132"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=e1f139f" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-58864317464700177272009-10-11T22:24:00.003+02:002009-10-11T22:38:15.228+02:00Intercambio de cromos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2OPJo_6WKIVWcIZu4Smc5BhdAIZ_DOrtrdtYsOl0J5s9lH2mtuHimI1im9b1B_pZSiW3AgPQVR40AVCF0cdzoUO9xai4xYxtcc29TuIhkZQwwwTYPDYeELRxVDoDvNDlzCZabMtgbZC4/s1600-h/cromos-de-futbol.-foto..jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 169px; height: 240px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi2OPJo_6WKIVWcIZu4Smc5BhdAIZ_DOrtrdtYsOl0J5s9lH2mtuHimI1im9b1B_pZSiW3AgPQVR40AVCF0cdzoUO9xai4xYxtcc29TuIhkZQwwwTYPDYeELRxVDoDvNDlzCZabMtgbZC4/s400/cromos-de-futbol.-foto..jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5391443252047248642" border="0" /></a><br />Marisa se ha hecho muchas veces esa pregunta, y no siempre se ha respondido de la misma forma, pero siempre dentro de la horquilla del <i style="font-weight: bold;">sí</i> sin condiciones al <i style="font-weight: bold;">como se quiere a un amigo</i>. Aunque a veces, cuando su amor le parecía un sueño inalcanzable, se consolaba mintiéndose a sí misma, ella conoce de sobra la verdad y sospecha, además, que Marta la intuye; pero no va a confesar a esa mujer, a las primeras de cambio, lo que se ha negado a sí misma, y también a Ramón, durante tanto tiempo.<br /><br />-¿Tú que crees?- pregunta, afirmando con la mirada.<br /><br />Marta, que comprende, le sigue el juego. Asimila la respuesta sabedora de que está de más seguir por ese camino. Marisa ha llegado al límite de confidencias del día, y se necesitaría una amistad más fuerte para satisfacer plenamente su curiosidad. Tal vez haya oportunidad más adelante.<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">Bueno, no importa. Perdona si te he molestado</span>.<br /><br />- No, no me has molestado. Estoy un poco cansada, eso es todo -dice Marisa en tono conciliador.<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">Sí, ha sido un día agotador. Yo también estoy muerta. Creo que me voy a ir al hotel. Necesito descansar y ordenar mis ideas. Mañana vuelvo a </span>Huesca.<br /><br />- ¿Nos veremos antes? -pregunta Marisa.<br /><br />- Posiblemente<span style="font-weight: bold;"> no, pero ¿quién sabe? Tengo que comprar el billete de tren todavía. Por si acaso, </span>déjame<span style="font-weight: bold;"> tus datos</span>.<br /><br />- Mejor me das el nombre del hotel y tu habitación. Te dejaré un sobre con mi teléfono móvil, la dirección de correo electrónico, el apartado postal del que te he hablado y las instrucciones para comunicarte conmigo. Ya sabes que no debes utilizar el teléfono ni el correo electrónico para hablarme de Ramón, pero llámame si tienes que venir a Madrid por algo, y tienes tiempo para comer o tomar un café aunque sea.<br /><br />Marta hurga en el bolso, saca una libreta y anota con cuidada letra su número de móvil, la dirección de correo electrónico, y el número de habitación del hotel. Se despiden con dos besos, y ya en la calle marca el número de su taxista favorito.<br /><br /><div style="text-align: center;"><br /><object width="353" height="132"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=70e4bdf" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object><br />-.-<br /></div>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-27042883862984314572009-02-03T21:00:00.000+01:002009-02-03T21:00:00.554+01:00Para despejarme<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvJ5nBKIJ9yeXb5IsvgYhAm9Apfr6cuh9OtvRRA40wiqgbBclcsyVH_0SRdA2U9xm72a5x_nQkP_coUEPLtcbqwQ0AqXOF5bSvS4IEggH6_j6mXbk7IGWE9jPpRAJ1JOBrycZRhCtafBQ/s1600-h/imagen73.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 400px; height: 300px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhvJ5nBKIJ9yeXb5IsvgYhAm9Apfr6cuh9OtvRRA40wiqgbBclcsyVH_0SRdA2U9xm72a5x_nQkP_coUEPLtcbqwQ0AqXOF5bSvS4IEggH6_j6mXbk7IGWE9jPpRAJ1JOBrycZRhCtafBQ/s400/imagen73.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5298327708680815714" border="0" /></a><br />Digamos que había ido a dar una vuelta para despejarse. Algo parecido declarará posteriormente Manuel Escámez, conductor de autobús retirado, delante del agente que le interrogará con cara de no creerse nada.<br /><br />La excusa ni colará ante el policía, ni se lo tragaría su difunta de habérselo contado en vida, pero a lo mejor es ella, o su ausencia, la que había conducido a aquel jubilado por los alrededores de la Casa de Campo a esas horas de la noche.<br /><br />¿Qué andaba buscando Manuel Escámez aquella noche en aquel paraje?<br /><br />Buscaba, probablemente, unos ojos emergentes de una oscuridad espesa, unas curvas excesivas, desafiantes, al borde del camino, unos labios carnosos, una lengua experta, despertando su sexo dormido a un precio acorde con su pensión mínima.<br /><br />No tuvo tiempo de encontrar nada de eso, pues un bulto extraño le llamó la atención desde la cuneta. Al acercarse y ver aquella figura ensangrentada y deforme, saltó al coche y tuvo ganas de arrancarlo y salir corriendo, pero su conciencia no le dejó girar la llave del todo.<br /><br />Volvió a bajar, malhumorado y consciente del marrón en el que se metía, marcó en el teléfono móvil el número de la policía, y se acercó al cuerpo para ver si sentía el pulso.<br /><br />Mientras daba el parte al telefonista de turno, iba pensando si esa noche ralmente necesitaba despejarse o simplemente se le había hecho tarde remando en el estanque.<br /><br /><div style="text-align: center;">-.-<br /><br /><br /></div><object width="353" height="132"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=bbb5e89" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com19tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-44230050099422307332009-01-21T17:54:00.007+01:002009-01-28T11:59:27.312+01:00Si te contara<div style="text-align: center;"><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNee9Qq5Y_eM2xH9J0a1Ynt2o9NOorPdWXB5Vqa9Dau4ZUv6w-T6byY6tALc75Iftk_lW0xzh1sQryjcgF8DNxgR80NaRv7Upd9p1n9LzUOhiWyPiQRCiubM7yZOTqPiKMKxGFWE0mY34/s1600-h/via+escape.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer; width: 320px; height: 400px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNee9Qq5Y_eM2xH9J0a1Ynt2o9NOorPdWXB5Vqa9Dau4ZUv6w-T6byY6tALc75Iftk_lW0xzh1sQryjcgF8DNxgR80NaRv7Upd9p1n9LzUOhiWyPiQRCiubM7yZOTqPiKMKxGFWE0mY34/s400/via+escape.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5293792116252016434" border="0" /></a><br /></div><p id="xvf80">Marisa tarda en responder. ¿Sabe realmente si Ramón está bien? Repasa rápidamente el tiempo que no sabe de él, y es mucho. No conoce su paradero, y ese pequeño ventanuco por el que se comunicaban hace tiempo, el blog de Ramón, permanece opaco a cualquier tipo de intercambio. ¿Y si le hubiera ocurrido algo? ¿Se enteraría ella? Finge que sí.</p>- <span style="font-weight: bold;">Marta, si le hubiera pasado algo ya me habría enterado. Por su seguridad, cuanto menos sepa de él es mejor. Y, créeme, me interesa que nada malo le ocurra</span>.<p id="xvf80">- Ya imagino -dice Marta- pero, en todo este tiempo ¿no has sabido nada de él?</p><br />Nuevamente, Marisa duda. La pregunta es directa y no admite muchos rodeos. Tiene que decidir si miente a la joven, o si le va a contar toda la verdad. Admitir que ha tenido algún contacto con Ramón provocaría nuevas preguntas. Ahora, dentro de su interior luchan, por una parte la espía, y por otra la mujer. La primera se inclina por proteger la operación y seguir cobijando a Ramón bajo su manto protector, la segunda no puede dejar de sentir simpatía y solidaridad por la búsqueda imposible de Marta, por su absurda tentación.<br /><br />Mientras Marisa medita la respuesta, la mirada suplicante de su interlocutora le está torturando. Marta se ha quedado quieta, mirándola fijamente, pero su rostro no refleja exigencia alguna, sino más bien una angustia.que no puede dejar indiferente a nadie, que revela un desasosiego interno difícil de controlar. La respuesta urge, y más si cabe cuando el interrogante se mantiene suspendido, expectante, en la cara de la joven; el tiempo de meditación agoniza con los granos de un reloj de arena imaginario. Marisa, finalmente dice que sí, cuando su cuenta atrás ficticia termina, sin saber muy bien qué está diciendo.<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">Sí</span> -duda Marisa- Sí. <span style="font-weight: bold;">He sabido de él, pero...</span><br /><br />- ¿Le ha pasado algo? -pregunta Marta, confusa-<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">No, no es eso. Verás... No sé cómo contarte ésto. Me tienes que prometer que no dirás nada a nadie. ¿Puedo confiar en ti?</span><br /><br />- Claro, la duda ofende -contesta Marta, sin pestañear-<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">Yo no tengo permiso para contactar con Ramón. Su única forma de relacionarse con el exterior, con su antigua vida, es un apartado postal, cuya dirección solamente conocen un par de personas. Debe utilizarse solamente en caso de gravedad, no para comunicaciones habituales. El objetivo de la protección de testigos es que el protegido comience una nueva vida rompiendo todos los lazos con la anterior. Se trata de volver a nacer.<br />Así debió ser con Ramón, sin embargo... nosotros encontramos una forma de burlar el protocolo, una vía de escape clandestina para comunicarnos sin aprobación de mis superiores. Antes de contártela, espero que entiendas que me juego algo más que mi puesto de trabajo si se descubre todo.</span><br /><br />- No te preocupes. Por mí nadie sabrá nada.<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">No debería contarte ésto, es peligroso, pero te has implicado ya tanto que sería injusto dejarte así. Espero que seas discreta y prudente. La gente que está detrás de ésto no se para con chiquitas, y se lanzará sobre nosotros en cuanto sospeche que sabemos algo.</span><br /><br />- Pero, entonces... ¿sabes dónde está? -pregunta Marta ilusionada-<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">No. No lo sé. Realmente no tengo ni idea, y ni siquiera puedo asegurarte que esté bien. Hace mucho que no tengo noticias de él, realmente, pero no creo que le pase nada.</span><br /><br />- Entonces...<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">No seas impaciente. Ahora te cuento. Todo esto te va a parecer una tontería, una chiquillada, pero durante un tiempo esa chiquillada funcionó. Ramón tenía un blog, una página personal donde escribía. Era una especie de diario personal donde escribía para desahogarse. Antes de irme me dio su dirección, y durante un tiempo mantuvimos el contacto. Después, se cansó de escribir. Ahora ya hace un tiempo que no sé nada de él.</span><br /><br />- ¡Vaya sorpresa! Nunca hubiera imaginado que Ramón tuviera algo así.. Ni siquiera sabía que le gustaba escribir. ¿Me puedes dar su dirección?<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">Imaginaba que lo pedirías, y no te hubiera contado nada si no estuviera dispuesta a dártela, pero, por favor, no me lo transtornes mucho. Interesa, mal que me pese, que esté como está, calladito.</span><br /><br />- No temas, no abusaré.<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">Eso espero. La dirección es: http://diarivirtual.spaces. live.com Y ahora, tengo que pedirte una cosa.</span><br /><br />- Dime.<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">Si sabes algo de él, algo importante, ya sabes, cuéntamelo, por favor. Pero no utilices el teléfono. Ni siquiera el mío es seguro. Te daré un apartado postal de la embajada. Escríbeme ahí, a mi nombre, pero utiliza un seudónimo, un nombre falso. Puedes llamarte Sonia García López, por ejemplo.</span><br /><br />- De acuerdo. Así lo haré. ¿Te puedo preguntar algo más?<br /><br />- <span style="font-weight: bold;">Depende de lo que sea</span> -dijo Marisa ya cansada-<br /><br />- ¿Tú le querías?<br /><div style="text-align: center;"><br />-.-<br /></div><div style="text-align: center;"><br /><div style="text-align: left;"><br /></div></div><br /><object width="353" height="132"><embed src="http://www.goear.com/files/external.swf?file=96befd9" type="application/x-shockwave-flash" wmode="transparent" quality="high" width="353" height="132"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-74627544467218646992008-09-10T23:53:00.000+02:002008-09-10T23:53:41.991+02:00Atado de pies y manos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5uHj6z3NQOT_Mrsba-pBWcC1tipS1I2jgNPL1adSySQs7_Ak-7XWlmSL8nrubGwA91w_LSnFPIspll-8kJ2dI8xsnPoUdZ59xFbHk4qzioznKNYmtQeBHn8m3wuMAPYcpl6824mbJ35c/s1600-h/Tortura+botero+animal.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5uHj6z3NQOT_Mrsba-pBWcC1tipS1I2jgNPL1adSySQs7_Ak-7XWlmSL8nrubGwA91w_LSnFPIspll-8kJ2dI8xsnPoUdZ59xFbHk4qzioznKNYmtQeBHn8m3wuMAPYcpl6824mbJ35c/s400/Tortura+botero+animal.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5244508784797992258" border="0" /></a>Mientras todo esto ocurre, no muy lejos de allí se está llevando a cabo un interrogatorio mucho menos amable. Vicente, atado de pies y manos a una silla, con un ojo a la funerala y el escozor de varios cigarrillos apagados en su cara, aguarda la siguiente pregunta o el próximo golpe.<br /><p id="dcb02"><br />Ella plantea las cuestiones con la dureza de su acento eslavo, apoyando con el frío de su mirada azul. El solamente golpea, retuerce, quema, desgarra, con metódica destreza. Se toma su tiempo, muestra sus armas, y deja que el tiempo instale el terror en el ánimo de su prisionero.</p>Vicente permanece mudo, aterrorizado, impotente. Su mutismo no sólo se debe a la obligada lealtad hacia su amigo, también al desconocimiento de muchos de los hechos. Tal vez ese hombre no sea en realidad un eslabón de la cadena que conduce a su víctima, empieza a sospechar Natacha; pero Sergei seguirá confiando en el milagroso poder de sus puños para desatascar los silencios más pertinaces.<br /><br />Así que todo sigue bajo el mismo patrón establecido durante la siguiente sesión, aunque ella disminuye su seguridad a medida que él incrementa el sadismo de la tortura. Son dos formas de expresar una impotencia, que Vicente sabría identificar si no estuviera a punto de desmayarse.<br /><br />El último directo a la mandíbula le arranca a Vicente dos muelas y vuelca la silla a la que permanece atado, quedándose inerte en el suelo sobre el charco de su propia sangre.<br /><br /><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" height="75" width="366"><param name="movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="FlashVars" value="file=dbb7f94"><param name="quality" value="high"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=dbb7f94" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" height="75" width="366"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com12tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-45483330699480676562008-07-24T21:30:00.000+02:002008-12-11T08:29:19.937+01:00Largo de contar<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK8NV4U49-68XeVuGoCJVxwa7Q8dPO9nQI7YUD18jWXal5riAeN8fclw9-LoxplYZ6aA_51WWh9i6D-j2Bd1pc91QGQ2ufkB4mDg2hWvwzWp_iuTSUaQLyUxD54uF_YMzKmIc7e9lnZsY/s1600-h/A_mujer_asi_pensando_en_ti_30__11.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhK8NV4U49-68XeVuGoCJVxwa7Q8dPO9nQI7YUD18jWXal5riAeN8fclw9-LoxplYZ6aA_51WWh9i6D-j2Bd1pc91QGQ2ufkB4mDg2hWvwzWp_iuTSUaQLyUxD54uF_YMzKmIc7e9lnZsY/s400/A_mujer_asi_pensando_en_ti_30__11.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5226589419241868386" border="0" /></a><br /><p id="q3ym">Ahora es Marisa quien se detiene, piensa: ¿Es posible que esté hablando del mismo Ramón? Un estremecimiento le recorre la espina dorsal, los recuerdos duelen. A pesar de todo, Marta le resulta simpática, y siente un deseo intenso de ayudarle en su búsqueda, pero sabe que eso podría ser muy peligroso para su amigo. Por un instante casi cae en la tentación de contarle todo lo que sabe, pero finalmente vence su lado práctico, profesional, frío. Aún así decide tranquilizarla.</p> <p id="j28w"><br />- Me temo que no te puedo ayudar mucho, Marta - le dice en tono cariñoso. Ramón no está en Madrid, y yo ni siquiera sé donde está, aunque me consta que está bien. ¿Sabes lo que es un testigo protegido?</p> <p id="y0ut">- Si, más o menos, pero yo creía que aquí no existía eso, que era algo propio de películas americanas.</p> <p id="yms9">- No se le da publicidad, como es lógico, pero existen unos cuantos, y Ramón es uno de ellos. Ahora vive en otro país, con otra identidad, y solamente una persona conoce su paradero. Aunque quisiera, no podría averiguarlo.</p> <p id="aybz">- Pero, ¿por qué? ¿qué hizo? ¿en que lío se metió?</p> <p id="br1l">- Uf, es largo de contar, resuella Marisa. Resumiendo, se encaprichó de alguien que no le convenía, una pesona involucrada en una oscura historia de espionaje y crímenes.</p> <p id="gf3m">Marta tuerce el gesto, apoya en su mano el peso de la cabeza y comprime la mandíbula. Es la forma que tiene de morderse la lengua. La explicación de Marisa le ha parecido escasa y poco convincente, y le tiene algo irritada pues piensa que la mujer no le ha dicho todo lo que sabe, y ella ha hecho muchos kilómetros para tan poca cosa. Intentará sacarle más información, aunque es consciente de que no va a resultar fácil.</p> <p id="gf3m0">- Marisa, dime una cosa: Si no sabes donde está Ramón, ¿cómo sabes que está bien?</p><br /><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" width="366" height="75"><param name="movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" /><param name="FlashVars" value="file=961987c" /><param name="quality" value="high" /><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=961987c" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-22292447408489775862008-05-31T19:37:00.000+02:002008-12-11T08:29:20.143+01:00El cofre de su pensamiento<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-D6FRMpFgf8xOm0enjNOHG4k8Ml3OM7r51RLXAYSH9ReRS598wTJMUYBTwOSRSSL5tJOfiSPAv9JXpEMIKSSFgVYg9ttQTWlg5Y1r1KLRohkPeRynPKjmSyXj8PeALdjOYhSvi3bBHaY/s1600-h/confidencias.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-D6FRMpFgf8xOm0enjNOHG4k8Ml3OM7r51RLXAYSH9ReRS598wTJMUYBTwOSRSSL5tJOfiSPAv9JXpEMIKSSFgVYg9ttQTWlg5Y1r1KLRohkPeRynPKjmSyXj8PeALdjOYhSvi3bBHaY/s400/confidencias.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5206596024200470546" border="0" /></a><br /><div>Y entonces Marta se detiene, medita. ¿Por qué tiene que contarle a aquella desconocida lo que guarda dentro de su corazón? ¿Qué puede perder con ello? Baraja esas dos opciones rápidamente y decide: se va a sincerar.<br />Una vez roto el silencio, violado el cerrojo del cofre de su intimidad, las palabras salen con fluidez, como si sus pensamientos hubieran estado largo tiempo esperando escapar del laberinto de su cerebro materializándose en forma de ondas acústicas efímeras y fugaces.</div><br /><div><br /><em>"Es difícil de explicar. Hubo un tiempo que intenté alejar a Ramón de mis pensamientos, de mi vida, como si él no hubiera pasado por ella nunca. Me pesaba la indiferencia de los últimos tiempos, la falta de comunicación, la ausencia total de cariño.<br /><br />Tuve alguna aventura, escarceos que nunca llegaron a convertirse en algo serio. No deseaba implicarme con nadie, y terminaba antes de que nada pudiera empezar. Así pasaban los días, y mi objetivo de eliminar a Ramón de mi mente se iba cumpliendo, pero con su recuerdo iba muriendo también el rencor, ese escondido sentimiento que en el fondo tenía, aunque deseara negármelo. Esa lenta asimilación de la ruptura, pues en el fondo no era otra cosa, trajo la paz a mi espíritu, y durante unos meses fui feliz. Estaba sola, pero feliz.<br /><br />Un día salí con compañeros de trabajo. Era una cena de empresa, ya sabes. Bebimos un poco, y yo me puse melancólica. Sin saber cómo, enmedio de una canción, Ramón volvió, y sentí pena. Por primera vez en mucho tiempo le eché de menos.<br /><br />Durante unos días, luché contra la tentación de llamarlo. Mejor dejarlo todo como está, pensaba. El ya no querrá saber nada más de mí, me decía. Supongo que temía encontrarme de nuevo con su indiferencia, o con su rechazo. No sabía si mi autoestima podría soportarlo.<br /><br />Pero, al final, no pude resistir: cogí el teléfono y llamé. No hubo respuesta. Le envié un e-mail. Tampoco. Y entonces empecé a preocuparme. Pedí unos días de vacaciones, hice las maletas, y aquí me tienes."</em></div><br /><br /><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" height="75" width="366"><param name="movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="FlashVars" value="file=ea551a0"><param name="quality" value="high"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=ea551a0" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" height="75" width="366"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-73471844707895425142008-05-11T00:32:00.001+02:002008-12-11T08:29:21.117+01:00Mano a mano<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG69XTev8_ViSCGn_545DEBlzutlcmJN6dRVpbqM7MhsJT97sq6mX4QpTzZs8iIbW0HvUbL-JE5hiT_3WH8fqFEH94P8WzlY-TiAqhl7vtZEuKRamH20O61YUWBQitCC7NtBk06ba8K4U/s1600-h/mujer.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5198879427069521154" style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgG69XTev8_ViSCGn_545DEBlzutlcmJN6dRVpbqM7MhsJT97sq6mX4QpTzZs8iIbW0HvUbL-JE5hiT_3WH8fqFEH94P8WzlY-TiAqhl7vtZEuKRamH20O61YUWBQitCC7NtBk06ba8K4U/s400/mujer.jpg" border="0" /></a><br /><div>Cambiamos de escenario. No importa demasiado como han llegado hasta el apartamento de Marisa, pero el caso es que están allí, solas, sin más testigos que el aire denso que llena la sala.</div><div> </div><div>En los preámbulos de la conversación se estudian disimuladamente; tratan de detectar en sus gestos muestras de desconfianza, de temor, o de predisposición a la mentira. Marisa intenta aligerar la tensión con un café, con una sonrisa; y durante un tiempo muy breve mantienen una conversación banal, pero tras los primeros sorbos, Marta comienza la charla trascendente.</div><div> </div><div>- Marisa, ¿de qué me conoces? -pregunta Marta con la ansiedad en los ojos.</div><div> </div><div>- Realmente de nada, Marta. -contesta Marisa sin pensarlo apenas. Ramón me habló de ti hace tiempo, y por una extraña intuición pensé que la persona que lo buscaba podías ser tú.</div><div> </div><div> - ¿Ramón hablaba de mí? ¿Qué te contó? - preguntó Marta algo perpleja.</div><div> </div><div>- Sí, hablaba de ti. Cuando yo lo conocí no hacía mucho que lo habíais dejado. El sentía ciertos remordimientos por la forma tan brusca que tuvo de despedirse, y además, aunque no lo creas, tardó cierto tiempo en asimilar vuestra ruptura. No fue fácil para él.</div><div> </div><div>- Pues te diré una cosa. Visto con el tiempo no fue una mala forma de terminar. Los dos sabíamos que ya no existía nada entre nosotros, que lo mejor era dejarlo. Lo que menos necesitábamos era una larga sesión de explicaciones y reproches.</div><div> </div><div>- Entonces... ¿por qué estás aquí?</div><div> </div><div> </div><br /><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" height="75" width="366"><param name="movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="FlashVars" value="file=1e9bb15"><param name="quality" value="high"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=1e9bb15" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" height="75" width="366"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-74361169282873770032008-03-25T15:41:00.001+01:002008-12-11T08:29:21.240+01:00Persecución<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXJLxlmEtkW77bjmWopv4JGKYY0otnt0AKNML_C9EeiOCVjr9vB65MHDLR0QcNnbHfCZIhKXip-UOUf7yBBcdJDDiH-0Z0amwBZ-ZV_hK8VojEt9H7WuXXVosZ5tYGxkvikGY2a5P_9Eg/s1600-h/persecucion.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5181689290256322194" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: pointer; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXJLxlmEtkW77bjmWopv4JGKYY0otnt0AKNML_C9EeiOCVjr9vB65MHDLR0QcNnbHfCZIhKXip-UOUf7yBBcdJDDiH-0Z0amwBZ-ZV_hK8VojEt9H7WuXXVosZ5tYGxkvikGY2a5P_9Eg/s400/persecucion.jpg" border="0" /></a><br /><p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">Marta se asió fírmemente al asiento trasero, bien segura de sí misma. No se había parado a pensar para qué empezaba esa loca persecución. No tenía tiempo. Era hora de tomar decisiones firmes, sin plantear los porqués, dejándose llevar por la intuición.<?xml:namespace prefix = o /><o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><o:p></o:p>Su aparente seguridad se tambaleó al mismo tiempo que su cuerpo con los primeros acelerones y giros bruscos del coche, pero entonces tampoco podía pensar. Bastante tenía con aguantar las arcadas que le sacudían esófago arriba, esófago abajo.</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">Todo fue relativamente bien hasta <?xml:namespace prefix = st1 /><st1:personname st="on" productid="la M-30. Allí">la M-30. Allí</st1:personname> se impuso la velocidad punta del Mercedes negro, que poco a poco fue sacando unos importantes metros de ventaja. Un camión adelantando los bloqueó unos segundos decisivos, y perdieron definitivamente la silueta del coche.</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">El taxista, desvió su automóvil por la primera salida y paró en el arcén.</span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN-LEFT: 18pt; TEXT-INDENT: -18pt"><span lang="ES-TRAD">- ¡Mierda! Se nos han escapado los hijos de puta, exclamó golpeando el volante con ambas manos.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN-LEFT: 18pt; TEXT-INDENT: -18pt"><span lang="ES-TRAD">- ¡Puagggg!, se escuchó desde atrás, mientras Marta echaba la pota junto a la puerta.<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">En esos trances estaban cuando otro coche negro con cristales tintados paraba delante de ellos, cortándoles la salida.</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">Todavía agachada, con la cabeza sujeta con ambas manos, Marta vio una sombra femenina sobre los restos de su vomitera. Su mirada desenfocada<span style="font-size:+0;"> </span>por las lágrimas tardó en distinguir la figura, pero antes la voz cálida de la mujer se dirigió a ella con desacostumbrada familiaridad.</span></p><p class="MsoNormal" style="MARGIN-LEFT: 18pt; TEXT-INDENT: -18pt"><span lang="ES-TRAD">- Tú debes ser Marta, ¿no? ¿Te encuentras bien?<o:p></o:p></span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">Ella dijo sí con la cabeza, incorporándose, con un interrogante en la mirada, pero la mujer se anticipó a la probable pregunta.</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD">- Mi nombre es Marisa.</span></p><p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD"><br /></span></p><br /><object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=" height="75" width="366" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000"><param name="_cx" value="9684"><param name="_cy" value="1984"><param name="FlashVars" value=""><param name="Movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="Src" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="WMode" value="Window"><param name="Play" value="-1"><param name="Loop" value="-1"><param name="Quality" value="High"><param name="SAlign" value=""><param name="Menu" value="-1"><param name="Base" value=""><param name="AllowScriptAccess" value=""><param name="Scale" value="ShowAll"><param name="DeviceFont" value="0"><param name="EmbedMovie" value="0"><param name="BGColor" value=""><param name="SWRemote" value=""><param name="MovieData" value=""><param name="SeamlessTabbing" value="1"><param name="Profile" value="0"><param name="ProfileAddress" value=""><param name="ProfilePort" value="0"><param name="AllowNetworking" value="all"><param name="AllowFullScreen" value="false"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=b204ce4" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" height="75" width="366"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-45093769574861657402007-11-28T22:20:00.000+01:002008-12-11T08:29:21.807+01:00Vamos de paseo<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJy9t-C6ky7TyS4zPpsrwq7qYZTVw2ejkwISvCUYHub-XdduiZwgu4od3Ut9gffzOB5Ubr_30Xwy_iZnMJY4bt1MzbGZj1prVmkb7yRmStyacDhKGaqYxh5mslY4v7Qt6WVGSiqeM7KTU/s1600-h/El-paseo.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5137891065520431218" style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgJy9t-C6ky7TyS4zPpsrwq7qYZTVw2ejkwISvCUYHub-XdduiZwgu4od3Ut9gffzOB5Ubr_30Xwy_iZnMJY4bt1MzbGZj1prVmkb7yRmStyacDhKGaqYxh5mslY4v7Qt6WVGSiqeM7KTU/s400/El-paseo.jpg" border="0" /></a><em><span style="color: rgb(192, 192, 192);font-size:78%;" > Una fotografía de Leo Matiz, tomada de </span></em><a href="http://www.asofoto.com/"><em><span style="color: rgb(192, 192, 192);font-size:78%;" >www.asofoto.com</span></em></a><em><span style="color: rgb(192, 192, 192);font-size:78%;" > </span></em></div><em></em><br /><div><div>Marta no tuvo que esperar mucho. Apenas llevaba unos minutos sentada, hojeando una revista, cuando salió Vicente, acompañado muy de cerca por los dos rusos. Se disculpó con una sonrisa forzada, encogiéndose de hombros, y ella hizo un ademán de levantarse para pedir más explicaciones; pero Sergei apretó el puño dentro de su bolsillo derecho y se acercó aún más a Vicente. Marta se dio cuenta del gesto y se dejó caer en el sillón paralizada.</div><div></div><br /><div>El trío atravesó la puerta a toda prisa, pero todavía le quedaba un trecho andando hasta el coche. Afuera, muchos ojos los observaban, los diferentes actores se revolvían icómodos dentro de los papeles asignados, y el operativo de persecución empezaba a ponerse en marcha: los walkies echaban humo, los coches aletargados despertaban. Empezaba la acción.</div><div></div><br /><div>Marta tardó un poco en reaccionar, pero cuando se sintió a salvo, una extraña tranquilidad y una firme decisión reemplazaron el nerviosismo de la escena anterior. Hurgó en el bolso y encontró un papel medio arrugado: era el número de teléfono del taxista que le había llevado al hotel la primera noche de su estancia en Madrid. Tecleó deprisa, con precisión mecanográfica, los nueve dígitos del móvil del peseto, pero no tuvo que esperar ni dos tonos para escuchar el peculiar acento del hombre con el ruido de circulación al fondo. En sólo un minuto estaba en la puerta de la inmobiliaria.</div><div></div><br /><div>El taxista le recibió pagado de sí mismo, como reciente triunfador de alguna prestigiosa competición deportiva, y quiso demostrarlo haciendo uso de su habitual verborrea; pero Marta le cortó en seco:</div><div></div><br /><div>- No me cuentes milongas ahora. ¿Has visto aquel coche negro?</div><br /><div>- ¿El de la rubia?</div><br /><div>- Sí, ese. Síguelo de cerca pero que no se note. Como en las películas, ¿entiendes?</div><br /><div>- Ok, jefa. No verán ni nuestra sombra.</div><br /><div>- Pues calla, y conduce.<br /><br /></div></div><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" height="75" width="366"><param name="FlashVars" value="file=3c723e5"><param name="quality" value="high"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=3c723e5" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" height="75" width="366"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com17tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-70869279120881956502007-11-06T23:25:00.000+01:002008-12-11T08:29:22.026+01:00El campo de batalla<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn40posq91OUJGmmUFw04h8iBbFriI8uDaBFUYj13vr1IvMxZS6DVQzz2jnR7MMfrojb6BwMtgGqrZzZpFJg_sQS6dT8FQ6GNBc2tYgtlvTCcWZ99DXygi5TDSuFfZ3ZTWFXWKg5VVl_s/s1600-h/batallademaipu2ni.jpg"><img style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhn40posq91OUJGmmUFw04h8iBbFriI8uDaBFUYj13vr1IvMxZS6DVQzz2jnR7MMfrojb6BwMtgGqrZzZpFJg_sQS6dT8FQ6GNBc2tYgtlvTCcWZ99DXygi5TDSuFfZ3ZTWFXWKg5VVl_s/s400/batallademaipu2ni.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5129848498503361154" border="0"></a><br />A la hora señalada los combatientes estaban apostados en sus puestos; las miradas vigilantes, tensas; los músculos preparados para dar rápida respuesta a los impulsos; las armas, aunque escondidas, cargadas y dispuestas para ser usadas. Todo este despliegue de medios pasaba inadvertido a los viandantes que recorrían la calle donde se encontraba la inmobiliaria -el improvisado campo de batalla-, que no observaban más que a un grupo de hombres con gafas oscuras charlando animadamente, y una pareja de enamorados abrazados en un banco, al otro lado de la calle.<br /><br />Marta pasó delante del batallón de bienvenida sin despertar la mínima sospecha, con la mente pensando en utilizar nuevas dotes de persuasión que le permitieran conocer algo sobre el paradero de Ramón, pues la reunión del día anterior, con la secretaria del jefe, había sido totalmente inútil. Ahora pensaba exigir una entrevista con el responsable de la inmobiliaria, y conseguir, al menos, una dirección, un número de teléfono, algo para seguir buscando. El tiempo se estaba agotando.<br /><br />Natacha y Sergei siguieron los mismos pasos de Marta unos minutos después, pero con efecto muy diferente entre los agentes. La chica se deshizo del abrazo para sacar el teléfono móvil, y simular una llamada, mientras éste se empeñaba en rodear su cintura con los brazos, ahora desocupados, en una postura algo forzada. El grupo de amigos interrumpió la charla, y se disgregó en tres partes, tantas como vías de escapatoria ofrecía el local. <p> </p> <p>Sergei, como de costumbre, estaba irritado, dando por hecha la negativa que esperaba recibir, mientras Natacha, en cambio, estaba alerta, pues notaba movimientos extraños que le sugerían claramente que algo iba mal. Observaba disimuladamente a cada una de las personas con las que se cruzaba, intentando captar algún rasgo sobresaliente que destacara. De todas, la que más le llamaba la atención era la chica que acababa de entrar en la oficina y se disponía a entrevistarse con el director. Era Marta.<br /><br />El despacho del director no era muy amplio, pero sí bastante cómodo. Pintado en colores cálidos, para dar sensación de amplitud, y añadir un poco de la luminosidad que le restaba la ausencia de ventanas. El mobiliario no era recargado; tan sólo la mesa principal y un par de mullidos sillones, una estantería con unos pocos cartapacios, y una gran planta formaban toda la decoración. Marta y su interlocutor intercambiaron los correspondientes saludos de cortesía, mientras ella dejaba la chaqueta en el respaldo, y se sentaba en uno de los sillones, cuidando de cruzar escrupulosamente las piernas. La cara del hombre le resultaba familiar.</p> <p> </p> <p>- Yo a usted le conozco de algo. -le soltó rápidamente, casi sin respirar-</p> <p>- Pues no sé -dijo él- La verdad, ahora no caigo. Permítame que me presente. Mi nombre es Vicente...</p> <p>- ¡Claro, Vicente! ¡Cómo no te he reconocido antes! Tú eres amigo de Ramón. Pero... ¿qué haces aquí? ¿Tú no trabajabas en una embajada, o algo así?</p><br /><br /><br /><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" height="75" width="366"><param name="movie" value="http://www.goear.com/files/localautoplayer.swf"><param name="FlashVars" value="file=5c05c29"><param name="quality" value="high"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=5c05c29" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" height="75" width="366"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-38221912412134207252007-10-24T15:36:00.000+02:002008-12-11T08:29:22.141+01:00Después de tanto tiempo<div style="margin: 0px auto 10px; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6FqpkCg2R-C0cOvzDtFV2JPfx3A43q3iH3cpzrcy0O-4f9NkIhFjqrpGZ4RkYJ_qKxv9F1GjtE4UMFeifSfFkmvLZB2OR3gRzcCYzRrPIyrsVMI17LUvRfeh6mUbC6dq5SSzVNplpXKg/s1600-h/refresco1.JPG"><img src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6FqpkCg2R-C0cOvzDtFV2JPfx3A43q3iH3cpzrcy0O-4f9NkIhFjqrpGZ4RkYJ_qKxv9F1GjtE4UMFeifSfFkmvLZB2OR3gRzcCYzRrPIyrsVMI17LUvRfeh6mUbC6dq5SSzVNplpXKg/s400/refresco1.JPG" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_" border="0" /></a><br /><br /><div style="text-align: left;">Marisa llegó cuando los últimos rayos de sol se ocultaban por las montañas. Le maravillaba volver por la carretera de Andalucía y deleitarse con el impresionante espectáculo del astro desapareciendo en un halo naranja detrás de las montañas, todavía coronadas con el velo blanco del invierno. Los días alargaban, y su corazón parecía resucitar de un largo letargo a ritmo de cada minuto de luz que ganaba el día. La jornada había sido espléndida en el eterno oasis del Real Sitio de Aranjuez, y ella sonreía recordando sus paseos por los bien cuidados jardines, la visita a las amplias estancias del Palacio Real, escenario de tantos sucesos históricos en los que ella fantaseaba con haber participado. Todavía estaba en eso, la sonrisa en los labios, mientras dejaba el bolso en la mesita y se tumbaba en el sofá al tiempo que encendía el contestador automático, y se disponía a escuchar relajadamente los mensajes recibidos.<br /><br />El timbre de la voz le levantó de los mullidos colchones de golpe, y notó que su corazón empezaba a latir con más fuerza. Rebobinó la cinta varias veces, y escuchó el mensaje incrédula hasta que se hizo a la idea. El contenido no admitía demasiadas dudas, pero ella, después del tiempo transcurrido, había alimentado la idea de que nunca se iba a producir el aviso; y ahora, de golpe, aparecía una fisura en el impenetrable muro de su secreto. De ella dependía que esa grieta se ensanchara o se quedara allí como un aviso, como una visible señal de que jamás había que bajar la guardia. Era necesario moverse de prisa, sin dejar pasar un instante más. Había que sacar a pasear a los perros, sí, pero a los mejores, los más sagaces y silenciosos, los que eran capaces de encontrar en una brizna de hierba una pista segura para seguir. Lejos, muy lejos, quedaban ya los verdes jardines, el rumor de las aguas, los puestos de fresas, la tranquilidad de la sombra de los plátanos. Ahora, su ritmo era frenético, sus manos se movían deprisa del fondo del bolso a las teclas del teléfono móvil, sus pies recorrían nerviosos los escasos metros del pasillo, su cara se contraía en mil muecas mientras repartía órdenes, organizaba puestos de vigilancia, establecía sistemas seguros de comunicación.<br /><br />Eran más de las doce cuando terminó de preparar la estrategia del día siguiente, pero todavía quedaba algo: tenía que despertar un alma dormida, visitar a su viejo amigo y ponerle en guardia de la forma más sigilosa posible. Era hora de volver a saber de él, y sabía de sobra que le dolería, pero no quedaba otro remedio. La curiosidad le mataba, al mismo tiempo que le envolvía la nostalgia. No sabía si dejar un corto comentario en su <a title="Ramón" target="_blank" href="http://diarivirtual.spaces.live.com/" id="so5e">blog</a> o recrearse en los textos escritos en su autoimpuesta ausencia. ¿Qué le iba a decir después de tanto tiempo?<br /><br /><br /></div></div><br /><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" height="75" width="366"><param name="movie" value="http://www.goear.com/files/localautoplayer.swf"><param name="FlashVars" value="file=f10a640"><param name="quality" value="high"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=db4ad7d" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" height="75" width="366"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com10tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-18980978537956313902007-10-17T15:58:00.000+02:002008-12-11T08:29:22.377+01:00El despertar de la bestia<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiB3IlzXtjA3_v5xioZsQdGu_zdKAQ9QVtspyMqm7qhz5By1ZzWdllAyuIVb69ZWTcs0Xewy3SfdM80FPxJDhfLszcHwey1zxp2Ki8kUkH5Pp-Ii7IbwyMvBRdbWeDp1nG_YZwfv-bZaU0/s1600-h/despertar+bestia.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5122299053633089186" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiB3IlzXtjA3_v5xioZsQdGu_zdKAQ9QVtspyMqm7qhz5By1ZzWdllAyuIVb69ZWTcs0Xewy3SfdM80FPxJDhfLszcHwey1zxp2Ki8kUkH5Pp-Ii7IbwyMvBRdbWeDp1nG_YZwfv-bZaU0/s400/despertar+bestia.jpg" border="0" /></a><span style="font-size:78%;"> <span style="color:#cccccc;">Imagen tomada de <a href="http://www.elfrascodelodio.com/">www.elfrascodelodio.com</a></span></span><br /><p>Fue abandonar Marta la casa y sonar el timbre. Salió de nuevo la mujer a recibir, pero enseguida torció el gesto. Enfrente se encontraba una escultural rubia altísima y guapísima, que a duras penas conseguía ocultar a un malhumorado varón de rostro amenazante. A pesar de los buenos modales de la chica, y de su desenvuelto castellano, la señora de la casa no se terminaba de fiar, confiando en un sexto sentido que captaba el contraste entre la suavidad de los rasgos de la cara de la muchacha y la fuerte musculatura que adivinaba en sus anchos hombros y en su pose decidida y desenvuelta. El recelo se agudizó cuando apareció su marido, al que la vista le anuló rápidamente el resto de sentidos. Esta vez fue él quien les hizo pasar.</p><p><br />Natacha llevaba una minifalda no muy corta, pero el incómodo sofa, más bajo de lo normal, contribuyó a subirla un poco más de lo normal, mostrando algo más de la invisible línea que convierte unas piernas bonitas en una peligrosa tentación. No lo hacía a propósito, pero sabía el efecto que causaban sus largas extremidades juntas en lucha por perder la violencia de esa forzada postura, y esta vez pensaba aprovecharlo aumentándolo con unas gotas de alcohol. Por eso aceptó la copa que el hombre le ofrecía: confiaba en que su efecto conseguiría vencer aún más la natural resistencia del hombre a contar detalles incómodos sobre su casa a dos perfectos desconocidos.</p><p><br />Sin embargo había poco que contar, más o menos lo mismo que había escuchado Marta de su esposa unos minutos antes, pero con menor abundancia de detalles, pues el hombre no estaba tan al tanto de los cotilleos de la finca, por lo que sabía bastante menos de Ramón y sus antiguas aventuras en su ahora apacible piso. Convencidos de que aquella simpática pareja de ancianos no conocía realmente el paradero de la mujer que buscaban, se apresuraron a anotar la dirección de la agencia, y se despidieron con pocas alegrías.</p><p><br />Al llegar a la agencia se cruzaron con Marta, que acababa de salir. Era la segunda vez que se la encontraban en tan solo una hora, aunque ninguno de los tres se apercibió de aquella extraña coincidencia. Tampoco les alarmó el hecho de que les atendiera el director del establecimiento en lugar de cualquiera de sus empleados. El hombre, impecablemente vestido con un traje chaqueta gris, camiseta negra ceñida, sin corbata, y zapatos negros relucientes, les atendió con una amplia sonrisa, que destacaba sobre su cara más morena de lo habitual para aquellas fechas: </p><p><br />- Me ha dicho mi secretaria que están interesados en comprar el piso que tienen alquilados los señores Muñiz -dijo el director-</p><p>- Sí -respondió Natacha- Estamos recién casados y vamos a residir una buena temporada en España. Una amiga nuestra estuvo viviendo allí y nos habló muy bien del piso. Nos hemos llevado una desilusión al ver que estaba ocupado.</p><p>- Sí, está alquilado a estos señores, pero además el piso no está en venta. Tenemos otros que, sin duda, les pueden interesar. Si quieren, se los puedo mostrar.</p><p>- No le digo que no, pero venimos de aquel piso y nos ha gustado. Quisiéramos hablar con su propietario para ver si cambia de opinión. Estamos dispuestos a pagarlo muy bien.</p><p>- Me temo que no será posible. No estoy autorizado a facilitarles sus datos. Ya saben, esto es una agencia inmobiliaria, y nuestro negocio es precisamente hacer de intermediarios entre los compradores y vendedores de pisos. Tengo instrucciones muy precisas de lo que puedo y no puedo hacer, y entre ellas no está la venta del piso. No obstante, podría comentarlo con el propietario. ¿Han pensado en alguna cifra?</p><p>- Pongamos 700.000 €.</p><p>- Es una cifra muy tentadora -dijo el director arqueando las cejas- para un piso de 90 metros cuadrados con más de 40 años de antigüedad. Pasen mañana a esta hora y les diré algo -comentó- mientras se levantaba y tendía la mano para estrecharla, como signo inequívoco de que la entrevista había terminado.</p><p>El director esperó un tiempo prudencial, después de que la pareja se marchara, y descolgó el teléfono. Pulsó los nueve dígitos de un número que sabía de memoria, aunque no lo había utilizado nunca hasta ahora. Al otro lado, sabía que estaría únicamente la fría voz de un contestador automático, donde se informaba sólo del número de teléfono al que se había llamado. Intentando poner la voz más clara y serena posible, dijo el mensaje convenido:</p><p>- La bestia está despertando. Sacad los perros mañana a las 12.</p><br /><br /><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" width="366" height="75"><param name="movie" value="http://www.goear.com/files/localautoplayer.swf" /><param name="FlashVars" value="file=f10a640" /><param name="quality" value="high" /><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=f10a640" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com7tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-55739675451219591982007-10-11T23:47:00.000+02:002008-12-11T08:29:22.610+01:00Inesperada visita<div><em><font color="#999999"></font></em><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW11rNL9sowP_0woEuQbz05cFfM5HGouEHFXeFfvegLFJgKbgW1ETSOmpX4ACP2QzBuwvQsoq65F-ij50zO6HvWXFtoKqaoszmD0pZGG4l6n2gLz9uSyQRFW_rPs0hlaf3_Hwqvacp2h0/s1600-h/mujer_large.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5120109831492906594" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjW11rNL9sowP_0woEuQbz05cFfM5HGouEHFXeFfvegLFJgKbgW1ETSOmpX4ACP2QzBuwvQsoq65F-ij50zO6HvWXFtoKqaoszmD0pZGG4l6n2gLz9uSyQRFW_rPs0hlaf3_Hwqvacp2h0/s400/mujer_large.jpg" border="0" /></a> <font color="#999999"><font size="1"><em>Mujeres comiendo</em>, de Francisco Bores</font></font></div><br /><div><font color="#999999"><font size="1"></font><br /></font>El piso de la Avenida de la Virgen del Puerto, que tantos momentos emotivos e intensos viviera meses atrás, llevaba ya una temporada de tranquilidad, con inquilinos más bien aburridos, entre cuyas aficiones no se encontraba proteger espías a la fuga, resistir silenciosos asedios, o padecer registros a medianoche. La cinta de protección policial hacía tiempo que no guardaba la puerta, y sus paredes tampoco escuchaban susurros de miedo, ni gemidos de placer desbocado salidos de la pasión con que se emplea la vida cuando intuye de cerca a la muerte.<br /><br />Sin embargo, esa mañana los inquilinos del piso recibieron dos visitas inesperadas en poco tiempo, aparentemente sin ninguna relación entre ellas, o por lo menos eso les pareció a la pareja de jubilados que abrieron la puerta. La primera, una joven bastante guapa, con acento marcadamente maño, y muy buenos modales, les preguntó por un tal Ramón. A la mujer le cayó simpática por aquello que no era de la ciudad, y tenía un aire tan familiar, tan de casa, como el de su hija, a la que veía tan de vez en cuando. Apartó a su marido de un manotazo, y decidió encargarse ella de la visita.<br /><br />- Pasa, pasa hija. No te quedes ahí -le dijo amable-. Pasa, siéntate, ¿quieres tomar algo?<br /><br />- No quisiera molestar. Usted tendrá cosas que hacer.<br /><br />- Nada, nada. Y no me hables de usted. Pasa, pasa, por favor.<br /><br />Marta entró a la pequeña salita y se sentó en un lado del sofá. Mientras la señora iba a la cocina, ella recorría con la vista cada detalle de la habitación: las cortinas, la estantería, el aparador, el suelo, el sofá, los sillones, la mesa camilla. La decoración había cambiado, pero aquel era el sitio. Sin duda. Algo de Ramón quedaba todavía allí, no sabía muy bien donde, si en las paredes o el suelo, en los muebles que habían sobrevivido o en los marcos de las puertas. Daba igual lo que fuera, todavía se podía respirar un ligero aroma a él; y ese recuerdo tan añorado le hizo estremecer.<br /><br />La señora hablaba y hablaba sin parar, mientras dejaba el café y las pastas en la mesa baja, acercaba las servilletas y un cenicero.<br /><br />- No. No fumo, gracias.<br /><br />- Haces bien, hija. Mi marido fuma y así le va. Cada resfriado que pilla parece una pulmonía. Yo se lo digo siempre: tendrías que dejar de fumar. Cualquier día de estos no sales de esta... A ver, niña, dime: ¿Cómo se llamaba tu hombre? ¿Juan me has dicho?<br /><br />- Ramón, se llama Ramón.<br /><br />- Un antiguo novio, supongo. Perdona si me meto donde no me importa...<br /><br />- Sí, un antiguo novio. Hace que no sé de él. Pasaba por aquí, por Madrid, y me he decidido a visitarlo - mintió Marta - ¿Ya no vive aquí?<br /><br />- No, aquí no, hija mía - dijo la mujer con un gesto de desolación - Este piso estaba abandonado cuando lo alquilamos. Nos lo consiguió una agencia, pero no llegamos a conocer a su propietario.<br /><br />- Y ¿no les ha hablado ningún vecino? ¿no sabe dónde ha podido ir?<br /><br />- Aquí nadie sabe nada. Por lo visto pasó algo. El antiguo propietario, tu chico imagino, se metió en líos o algo así. Nos contaron que la policía selló la puerta un par de veces. Algo turbio, drogas me imagino yo que sería. De repente, desapareció sin dejar rastro.<br /><br />- ¡Qué raro! Ramón era una persona normal. No tomaba drogas que yo supiera. ¡Si apenas probaba el alcohol!<br /><br />- Pues no sé. Igual encontró malas amistades. Pero no sé nada de él. Si quieres, te doy los datos de la inmobiliaria que nos alquiló. A lo mejor, ellos saben algo más.<br /><br />- Sí, por favor.<br /><br />- Toma nota. </div><br /><br /><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" width="366" height="75"><param name="movie" value="http://www.goear.com/files/localautoplayer.swf" /><param name="FlashVars" value="file=ebb3d2d" /><param name="quality" value="high" /><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=ebb3d2d" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-65676823540104086092007-10-08T15:46:00.000+02:002008-12-11T08:29:22.886+01:00Cruce de caminos<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhW3DzTdyc9SGU5WYvey2mqw13f50-Nw8r61PptevHA2eNkTkLs9Umh65wIbm0z2npc7QFu8_W-j6uchcqUeLcAePjJ-vD54SFXJFua9Gb2m0uXEmbWkfA1oepk-HNIaM7aXJalKPIYRIk/s1600-h/cruce+caminos.bmp"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5118960219071622722" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhW3DzTdyc9SGU5WYvey2mqw13f50-Nw8r61PptevHA2eNkTkLs9Umh65wIbm0z2npc7QFu8_W-j6uchcqUeLcAePjJ-vD54SFXJFua9Gb2m0uXEmbWkfA1oepk-HNIaM7aXJalKPIYRIk/s400/cruce+caminos.bmp" border="0" /></a><br /><div>Mientras tanto Marta estaba sentada en el desayunador del hotel, se había servido abundantemente del buffet, sin reparar demasiado en el poco apetito que tenía, y removía el azúcar del café con leche con la cucharilla sin pensar en lo que estaba haciendo. A pesar de que había dormido demasiadas horas, no parecía haber despertado del todo; tenía la cabeza embotada, con un ligero dolor difuso que le impedía concentrarse en nada. Removía y removía, la vista puesta en el remolino que producía en la superficie marrón claro, con la única certeza de no saber qué hacer, y la incómoda pregunta de sus razones para estar allí, sola, sentada en un hotel de Madrid, en busca de un espectro que, seguramente, no deseaba ser encontrado.<br /><br />Se daba cuenta entonces de lo poco que sabía de su antiguo novio, de la vida que hacía cuando no estaba con ella, de sus costumbres, su horario de trabajo, incluso sus aficiones. ¿Por dónde empezar? ¿Viviría en el antiguo piso donde pasaban el fin de semana las pocas veces que ella iba a verlo? Le parecía imposible. De ser así, seguramente habría respondido a las llamadas del teléfono fijo. O quizá no, tal vez hubiera dado el teléfono de baja o cambiado de operador, ¿quién sabe? Como tampoco tenía otro sitio por donde empezar, se hizo con un plano del metro en la recepción del hotel, y examinó la mejor combinación para llegar a Pirámides. Desde allí el piso quedaba a un tiro de piedra. </div><div><br />Con los ánimos resucitados por la decisión tomada, terminó el sandwich de un bocado, pegó dos sorbos del todavía caliente café con leche, y se dispuso mentalmente a entrar en las turbulentas aguas del caudaloso río que es la Gran Vía. Enfrente, la Plaza de Callao se le antojaba un gigantesco cruce de caminos que miles de personas transitan sin saber que quizá, por el simple hecho de tomar una dirección y no la contraria, sus vidas pueden tomar derroteros totalmente opuestos. Cibeles, Plaza de España, Sol, Santo Domingo, cuatro caminos, cuatro posibles finales o principios, y tal vez sólo uno permitía la salida del laberinto emocional en el que se encontraba, pero para ése quizá tuviera que callejear bastante más en el complejo puzzle de calles estrechas que tapizaban el mapa de su corazón.</div><div></div><div></div><br /><br /><object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=" height="75" width="366" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000"><param name="_cx" value="9684"><param name="_cy" value="1984"><param name="FlashVars" value=""><param name="Movie" value="http://www.goear.com/files/localautoplayer.swf"><param name="Src" value="http://www.goear.com/files/localautoplayer.swf"><param name="WMode" value="Window"><param name="Play" value="-1"><param name="Loop" value="-1"><param name="Quality" value="High"><param name="SAlign" value=""><param name="Menu" value="-1"><param name="Base" value=""><param name="AllowScriptAccess" value=""><param name="Scale" value="ShowAll"><param name="DeviceFont" value="0"><param name="EmbedMovie" value="0"><param name="BGColor" value=""><param name="SWRemote" value=""><param name="MovieData" value=""><param name="SeamlessTabbing" value="1"><param name="Profile" value="0"><param name="ProfileAddress" value=""><param name="ProfilePort" value="0"><param name="AllowNetworking" value="all"><param name="AllowFullScreen" value="false"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=6204f9c" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-73635643481669765552007-10-02T16:12:00.000+02:002008-12-11T08:29:23.002+01:00Resumiendo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgdHcJUbClO65OHpgtC8V2NUIQ8UE86W2hgl2qqopbMchiJvlCbCgFrIDRTAv7hrE-1xCGoBo2TCeCbQUTC49K0154b7jQuuo05NSNu7WokmScr9CdMrBoJwvgZIVsTRuHEr5Kbr_gIfg/s1600-h/espia.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5116741731024285186" style="DISPLAY: block; MARGIN: 0px auto 10px; CURSOR: hand; TEXT-ALIGN: center" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjgdHcJUbClO65OHpgtC8V2NUIQ8UE86W2hgl2qqopbMchiJvlCbCgFrIDRTAv7hrE-1xCGoBo2TCeCbQUTC49K0154b7jQuuo05NSNu7WokmScr9CdMrBoJwvgZIVsTRuHEr5Kbr_gIfg/s400/espia.jpg" border="0" /></a><br /><div>- <strong>Primero le pondré en antecedentes. Voy a hacerle un resumen de los hechos, tal y como yo pienso que han sucedido. Hay algunas cosas que usted ya sabe, pero le ruego que no me interrumpa. Odio que me interrumpan,</strong> - dijo Natacha guardando las formas, pero avisando a su interlocutor de que su paciencia estaba empezando a llegar a su fin.</div><div><br />Sergei no contaba con esa virtud entre las suyas, y las palabras de la chica le sonaron a provocación. Apretó los puños, e hizo ademán de levantarse de la mesa, pero ella le respondió con una mirada fría pero desprovista de afán retador: un gesto que le indicaba claramente que por las malas no iba a conseguir ninguna información de ella, pero que tampoco estaba por la labor de ser pisoteada por nadie. Instintivamente el hombre aflojó las piernas y se dejó caer de nuevo en la silla. Se quedó pensativo, estudiando la situación: aunque no le gustaba dejarse vencer por nadie, tiempo tendría de ajustarle las cuentas a la muchacha y dejar claro quien mandaba allí, pero, de momento no se encontraba en la mejor situación de forzar su voluntad.</div><div><br /><strong>- De acuerdo, te escucho</strong>. - masculló entre dientes.</div><div><br />Natacha no hizo ninguna demostración de la satisfacción que sentía por haber ganado aquella baza, pero tampoco era tan estúpida como para no pensar que su osadía podía acarrear alguna consecuencia desagradable. Intentaría más tarde suavizar el trato, pues no parecía muy inteligente que dos personas que debían trabajar unidos dispersaran sus fuerzas en luchas internas estériles.</div><div><br /><strong>- Nuestro objetivo, como usted de sobra sabe, es un agente checheno. La captaron en la misma dacha de su hermano, del que era su amante, le convencieron de que lo asesinara, y después la sacaron del país. Vino aquí a Madrid, cambió su nombre por el de Sofía, y contactó con un par de agentes nuestros, haciéndose pasar por espía rusa. No fue difícil porque nuestros agentes no eran demasiado expertos y ella, en cambio, tenía mucha información sobre nuestro modo de funcionamiento. Gracias a su ayuda consiguió infiltrarse en la embajada británica, mediante el método más viejo del mundo: se ligó al embajador.</strong></div><strong><div><br />Ella tenía un talento especial para encontrar el eslabón débil de una cadena, cómo aprovechar cualquier situación a su favor, gracias a su acusado instinto de supervivencia. El embajador se quedó prendado al principio de su belleza, y aunque no tenía la obsesión por el sexo que han demostrado algunos colegas suyos, era muy difícil no caer en la tentación. Pero saciado el primer apetito, nuestra mujer encontró un gancho que resultó ser definitivo: el arte. El súbdito de su graciosa majestad era un apasionado de las obras de arte, y un coleccionista compulsivo. Ella tenía los conocimientos suficientes para seguirle la cuerda, y la maña para conseguirle algún objeto raro, gracias a la ayuda de nuestros agentes.</div><div><br />Una vez ganada su confianza, todo resultó muy sencillo. El embajador no le negaba nada, y ella consiguió acceso a los papeles reservados muy pronto, a cambio de dinero, eso sí, del dinero que necesitaba el hombre para satisfacer sus caprichos. La información fue fluida de sus manos a las nuestras, pero , por desgracia, también a la de nuestros enemigos: el MI5 tenía bastante documentada la trama golpista de los chechenos y a sus principales cabecillas, pero éstos siempre recibían el chivatazo antes de que pudiéramos echarles mano.</div><div><br />A pesar de que todos pensábamos que al final daríamos el golpe de mano definitivo, o quizá por ese motivo, la presión aumentó sobre nuestros hombres para conseguir informaciones determinantes y veraces, pero ellos no tenían el temple suficiente para aguantar esa tensión - ya he dicho que no eran muy expertos - y se pusieron nerviosos. Primero, se saltaron a su interlocutor natural, nuestra chica, y fueron a hablar directamente con el embajador. Se dio la circunstancia de que él iba detrás de una importante obra de arte y necesitaba dinero. Así que, tras observar el estado de ansiedad de nuestros agentes, pensó que era una gran oportunidad para pegar un buen pelotazo: les pidió una pasta gansa por un sobre cerrado con el nombre del número 1 de la organización chechena, y el plan que buscaba quitar la vida al mismísimo presidente. </div><div><br />Nuestros hombres cometieron un error más y le anticiparon la pasta, pero el sobre no llegó nunca. Al principio el diplomático iba dando largas, hasta que nuestros chicos se impacientaon, lo citaron una noche en un bar y de allí, pistola en mano, se lo llevaron a su apartamento. Allí no encontraron nada: ni sobres, ni CD, ni obras de arte, y tampoco el dinero. Discutieron, hubo un forcejeo, y al final la pistola se disparó alcanzando la puerta. Eso bastó para desatar la furia de uno de nuestros agentes, que lo acribilló con saña en el suelo. </div><div><br />Salieron corriendo de allí espantados, pero cuando creyeron que todo estaba en calma volvieron sigilosamente al lugar de los hechos, cumpliendo el precepto de que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen. Misteriosamente, parecía que nadie se había dado cuenta de lo sucedido. No había rastros de la policía, ni vecinos alterados, ni nada. Cuando ya se disponían a volver a su casa vieron salir a alguien corriendo de la casa, como si le fuera la vida en ello: era Sofía.</div><div><br />Aquella noche la mujer no durmió allí, y tampoco la siguiente. Ellos empezaron a recelar de ella, pensaban que se había quedado con el dinero, y que, además, sabía que ellos eran los asesinos del embajador. La idea de que la mujer molestaba no tardó en obsesionarles, y así, su antigua amiga y aliada se convirtió en su principal enemiga.<br /><br />Todo se complicó con la aparición del protector de Sofía, un hombre que, saliendo de la nada, ayudó a escapar a nuestra chica de Madrid cuando la volvíamos a tener localizada. Escaparon a Valencia, y les seguimos el rastro, pero ella se dio a la fuga nuevamente, y nuestros hombres se pusieron otra vez nerviosos: pensaron que ella estaba en poder del MI5, y quisieron pactar con los británicos. El resultado ya lo sabes: nuestro objetivo se volvió a fugar con su protector, nuestros agentes fueron arrestados, encarcelados más tarde, y la operación contra los principales cabecillas chechenos desmantelada.<br /><br />- En ese punto estamos ahora. Hay que averiguar el paradero de la chica, y tenemos bastante poco para empezar: la dirección donde vivía y algún conocido al que habrá que interrogar con mucho tacto.<br /></strong></div><br />Algo que, dicho sea de paso, no le sobraba al ruso.<br /><object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=" height="75" width="366" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000"><param name="_cx" value="9684"><param name="_cy" value="1984"><param name="FlashVars" value=""><param name="Movie" value="http://www.goear.com/files/localautoplayer.swf"><param name="Src" value="http://www.goear.com/files/localautoplayer.swf"><param name="WMode" value="Window"><param name="Play" value="-1"><param name="Loop" value="-1"><param name="Quality" value="High"><param name="SAlign" value=""><param name="Menu" value="-1"><param name="Base" value=""><param name="AllowScriptAccess" value=""><param name="Scale" value="ShowAll"><param name="DeviceFont" value="0"><param name="EmbedMovie" value="0"><param name="BGColor" value=""><param name="SWRemote" value=""><param name="MovieData" value=""><param name="SeamlessTabbing" value="1"><param name="Profile" value="0"><param name="ProfileAddress" value=""><param name="ProfilePort" value="0"><param name="AllowNetworking" value="all"><param name="AllowFullScreen" value="false"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=e0c55d2" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-15760399593474861312007-09-25T16:16:00.000+02:002008-12-11T08:29:23.394+01:00Un bastón de metro ochenta y cinco<div><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXANsL-fdfM2R4ZB_s0CFJ5VXiZU16bndNrShunj-TYEDGK02bq6lEC8wgOrcrlleXKhqMgG5cF-Nqntg28ZM_0XovTu97Kii0pYELm0KapRwWlbMwkom3ig5iVCjGqpl08D4_ZLYa6Bg/s1600-h/aterrizaje.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5114147755461094866" style="margin: 0px auto 10px; display: block; text-align: center;" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgXANsL-fdfM2R4ZB_s0CFJ5VXiZU16bndNrShunj-TYEDGK02bq6lEC8wgOrcrlleXKhqMgG5cF-Nqntg28ZM_0XovTu97Kii0pYELm0KapRwWlbMwkom3ig5iVCjGqpl08D4_ZLYa6Bg/s400/aterrizaje.jpg" border="0" /></a>El ruso aterrizó en Barajas, pero no besó el suelo que pisaba. Sus gestos hoscos despertaron el recelo de los policías de Aduanas, que invirtieron más tiempo de lo habitual en inspeccionarle, para gran mosqueo del pistolero, que, aunque tenía el expediente limpio, su conciencia no tenía el brillo inmaculado que mostraba su documentación. Desprovisto de armas, y de cualquier otro instrumento disuasorio, Sergei se sentía indefenso, y esa sensación, a la que no estaba nada acostumbrado, le producía una gran inseguridad que traducía en una actitud hostil y arrogante, provocando el cabreo de los agentes. Para bajarle los humos, decidieron putearle un poco, reteniéndole en un cuarto, con la excusa de comprobar que sus papeles y su equipaje estaban totalmente en regla.<br /><br /><div>No empezaba de buen pie en España, pero a la salida le esperaba un sólido bastón, en forma de escultural lituana. La mujer se llamaba Natacha, y, aunque nacida en Vilna, era hija de padres rusos, emigrantes procedentes de Moscú en tiempos de la URSS, que habían buscado mejor acomodo en tierras más cálidas tras la independencia de sus países satélites, y el espíritu de revancha hacia los antiguos ocupadores que había renacido con fuerza tras el deshielo.<br /><br />Tenía cerca de 30 años, pero aparentaba mucho menos. La ausencia de arrugas en su blanca cara, desprovista de maquillaje; la nariz ligeramente pecosa; el pelo moreno, largo, con pocas horas de peluquería; y su sencilla forma de vestir le daban un aspecto juvenil. Sus ojos, de un verde intenso, eran en sí mismos un reto o una amenaza, una tentación en la que apetecía caer, aún a sabiendas que el resultado podría ser idéntico al del compañero de la mantis religiosa. Aunque disimuladas bajo la rugosa tela de los tejanos, sus piernas eran capaces de detener el aire por donde pasaban, elevaban el centro de gravedad de la mujer provocando un balanceo en sus movimientos que era inevitable admirar.<br /><br />Pero tenía torcido el día Sergei, y Natacha se parecía demasiado a Sofía, su cuñada, motivo suficiente para que desconfiara de ella desde un principio. La mujer lo notó enseguida, pero era ante todo una profesional y mostró su lado frío y eficaz nada más recibir el primer aspaviento de su recién estrenado jefe.<br /><br />El piso donde iban a compartir la estancia en Madrid tampoco iba a ser motivo de satisfacción del ruso, acostumbrado al lujo de las clases dirigentes. Natacha había encontrado una modesta vivienda en Villaverde Alto; un barrio discreto, acostumbrado a la presencia de emigrantes, donde lo único que podía llamar la atención era su metro ochenta y cinco, pero, desde luego, con las comodidades justitas.<br /><br />Tras soportar el chaparrón de la última bronca de Sergei, la chica se colocó frente a él, sacó un grueso cartapacio, le dirigió una mirada helada, y sin demostrar ningún tipo de emoción le dijo:<br /><br />- <strong>Y ahora, <em>tavarich</em>, examinemos la documentación y preparemos nuestro plan de ataque</strong>.</div></div><br /><object classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000" codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=6,0,29,0" height="75" width="366"><param name="movie" value="http://www.goear.com/files/localautoplayer.swf"><param name="FlashVars" value="file=1dd96e9"><param name="quality" value="high"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=1dd96e9" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" height="75" width="366"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-53289688100024131262007-02-15T21:45:00.000+01:002008-12-11T08:29:23.580+01:00Venganza<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs6qIWmlZVi5b7tsaVG0Es2d0NYqK8ATJJ59Kx7bprua3wo3r4k8UGXytrugV1t2zkD19oBJgbtrwPPGoO0V6Yz9ybYRdzGtnkSd20RegknOGcfBlaRsk4BnGGi9q6tYZ0zI1kLtxTZdk/s1600-h/venganza.bmp"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5031864446263089410" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgs6qIWmlZVi5b7tsaVG0Es2d0NYqK8ATJJ59Kx7bprua3wo3r4k8UGXytrugV1t2zkD19oBJgbtrwPPGoO0V6Yz9ybYRdzGtnkSd20RegknOGcfBlaRsk4BnGGi9q6tYZ0zI1kLtxTZdk/s320/venganza.bmp" border="0" /></a><br />Sergei llevaba mucho tiempo macerando su rencor en la innoble barrica de su corazón. Era un volcán a punto de explotar, una tormenta que no había sabido donde descargar sus rayos, justo hasta hacía tan solo unas horas. Ahora ya sabía donde: en la lejana Madrid.<br /><br />Los dos últimos enviados habían regresado desde aquella ciudad humillados, sabedores de que no sólo su misión había sido un completo fracaso, sino que era bien posible que pagaran con su vida el precio de la derrota.<br /><br />Las ganas de cobrarse esa deuda aumentaban en Sergei a medida que escuchaba las torpes explicaciones de los hombres; pero conseguía reprimirlas apretando puños y mandíbulas, agitando su cabeza, furioso, de un lado a otro, y sobre todo estirando y soltando una goma flexible, que alcanzó su límite elástico precisamente en el punto álgido de la narración, provocando su explosión de cólera final.<br /><br />En ese momento los hombres temieron que su jefe les cortara su piel a tiras, pero, sin embargo, se contuvo. Se contuvo porque pensaba que aquellos dos tontos todavía le podían ser de ayuda, se contuvo maldiciendo el día que consintió en enviarlos a ellos en vez de culminar él mismo el trabajo encomendado, que es lo que deseaba con todas sus fuerzas.<br /><br />Porque se trataba de vengar la muerte de su hermano, su pluscuamperfecto e idolatrado hermano, el hombre al que le debía todo en la vida, el hombre invencible derrotado, humillado, desnudo encima del charco de su propia sangre; por obra de una mujer, de la misma zorra ingrata a la que había sacado de la miseria y que así le pagaba por todo lo que había hecho por ella.<br /><br />Debía de haber ido él en persona, porque a él le correspondía la venganza; pero sus jefes no habían consentido: era demasiado conocido, demasiado temperamental, demasiado previsible, y tenía un odio desmesurado, un odio que le cegaba en los momentos decisivos, cuando debía conservar la calma.<br /><br />Ellos eran más fríos, más calculadores. No sólo necesitaban vengar la muerte de un compañero. Eso también, pero era preciso saber más: qué había detrás del crimen. ¿Se trataba de un crimen pasional, o de un complot organizado? En este último caso había más cosas en juego: vidas, más vidas, pero no sólo eso, quizá la estabilidad del Estado, quizá la continuidad del poder en sus manos. Demasiado importante para confiarlo en una persona tan inestable.<br /><br />Pero esta vez no esperó órdenes, no aguardó las decisiones de sus superiores, y nada más escuchar a aquellos estúpidos corrió al aeropuerto para tomar el primer avión que le condujera a su destino. En su mente solamente cabía un pensamiento: no volver sin la piel de la asesina de su hermano. En eso estaba cuando sonó el aviso por megafonía: la puerta de embarque estaba abierta.<br /><br /><object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=" height="75" width="366" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000"><param name="_cx" value="9684"><param name="_cy" value="1984"><param name="FlashVars" value=""><param name="Movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="Src" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="WMode" value="Window"><param name="Play" value="-1"><param name="Loop" value="-1"><param name="Quality" value="High"><param name="SAlign" value=""><param name="Menu" value="-1"><param name="Base" value=""><param name="AllowScriptAccess" value=""><param name="Scale" value="ShowAll"><param name="DeviceFont" value="0"><param name="EmbedMovie" value="0"><param name="BGColor" value=""><param name="SWRemote" value=""><param name="MovieData" value=""><param name="SeamlessTabbing" value="1"><param name="Profile" value="0"><param name="ProfileAddress" value=""><param name="ProfilePort" value="0"><param name="AllowNetworking" value="all"><param name="AllowFullScreen" value="false"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=421b9f4" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com14tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-46379077734400713772007-01-31T14:04:00.000+01:002008-12-11T08:29:23.710+01:00Taxista<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiF8gIJk2XgTc_FPlTfrz881xRHZZCvWX67NcJhSDYFu6ApxMG9ONtZWDDoHyZJA1lr56ir6cPGsLxUOr31ZyNSVBX8D219DBbw5mXQHSMnPYAPNkci8uLQm4hl_UPhcHWnDPpRP60ZIo/s1600-h/taxi.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5025807105593386386" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhiF8gIJk2XgTc_FPlTfrz881xRHZZCvWX67NcJhSDYFu6ApxMG9ONtZWDDoHyZJA1lr56ir6cPGsLxUOr31ZyNSVBX8D219DBbw5mXQHSMnPYAPNkci8uLQm4hl_UPhcHWnDPpRP60ZIo/s320/taxi.jpg" border="0" /></a> <em><span style="font-size:78%;">Imagen tomada del sitio <a href="http://elagus.wordpress.com/">Las fotos de Elagus</a></span></em><br /><br />Madrid nunca le había gustado a Marta. Acostumbrada a una ciudad pequeña, la gran urbe le impresionaba y acomplejaba un poco. Allí se sentía desprotegida, y abandonada: no sabía dónde estaban los sitios ni cómo ir a ellos; más si cabe en las actuales circunstancias, pues había ido sola, sin nadie que le guiara, no como otras veces. No se sentía segura en el metro, tampoco conocía la red de autobuses, y estaba demasiado cansada para arriesgar con una decisión incorrecta; así que recurrió a la solución fácil, cómoda, aunque más cara: el taxi.<br /><br />Apenas entrar en el coche, se arrepintió de su decisión. El taxista era un chaval joven, con el pelo pintado de naranja, desigual, cortado a trasquilones, y el lóbulo derecho de su oreja prácticamente oculto con un pendiente de color negro de bisutería barata. Extremadamente delgado, con barba de tres días, y aspecto insano, no se sabía de donde sacaba las fuerzas para mantener su verborrea, lo que sacaba de sus casillas a Marta, que además sentía una punzada en su ánimo cada vez que el hombre le dirigía una mirada insinuante por el espejo retrovisor.<br /><br />El trayecto no era demasiado largo: desde la estación de Atocha hasta la Gran Vía, donde se encontraba el hotel; pero, entre el tráfico espeso y la absurda conversación del conductor se hizo eterno. Lo único que iba deprisa era el taxímetro. Marta no podía dejar de mirar el paso constante de los dígitos de la pantalla, huyendo de los ojos del taxista, y de los múltiples monigotes que colgaban de los sitios menos imaginables del coche.<br /><br />Llegados al destino final, Marta hizo un esfuerzo y contestó con palabras amables a las últimas preguntas del hombre, referidas sobre todo a los motivos de su viaje, y a los días que pensaba pasar. El taxista le recomendó algunos lugares para visitar, restaurantes para comer, y ella, sin saber muy bien por qué, le contestó con la mejor de sus sonrisas, e incluso le agradeció mucho su ayuda, aclarando que le iba a ser muy útil, dado su desconocimiento de la ciudad. Entonces él, muy solícito, le dejó una tarjeta, y se ofreció para llevarla adonde hiciera falta.<br /><br />Ella metió la tarjeta dentro del bolso, por educación, pensando en deshacerse de ella lo antes posible, pero el hecho es que los últimos instantes habían mejorado la opinión inicial que se había formado del hombre; y aunque algo friki, el individuo no estaba mal del todo.<br /><br />A veces más vale malo conocido, que bueno por conocer, pensó Marta, que tampoco estaba en condiciones de rechazar toda la ayuda que le pudieran prestar. Aunque, a decir verdad, ni sabía lo malo que podía llegar a ser, ni lo útil que le podía resultar.<br /><br /><object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=" height="75" width="366" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000"><param name="_cx" value="9684"><param name="_cy" value="1984"><param name="FlashVars" value=""><param name="Movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="Src" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="WMode" value="Window"><param name="Play" value="-1"><param name="Loop" value="-1"><param name="Quality" value="High"><param name="SAlign" value=""><param name="Menu" value="-1"><param name="Base" value=""><param name="AllowScriptAccess" value=""><param name="Scale" value="ShowAll"><param name="DeviceFont" value="0"><param name="EmbedMovie" value="0"><param name="BGColor" value=""><param name="SWRemote" value=""><param name="MovieData" value=""><param name="SeamlessTabbing" value="1"><param name="Profile" value="0"><param name="ProfileAddress" value=""><param name="ProfilePort" value="0"><param name="AllowNetworking" value="all"><param name="AllowFullScreen" value="false"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=5a2f770" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-35636649354821090992007-01-23T22:12:00.000+01:002008-12-11T08:29:23.722+01:00Hagámoslo<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe2mX_UaNWBIoXArrKdLZEIKd53TztfYg_Eh1pXPSH1ON03VT4kQACq445e0EhZANWmzG5GYv4JznRC5brUTxStjPPsFx10YsBRRJKWYQyMYUUbhY0iIs1twOEdC0UUBa4tSHuBF4z3XE/s1600-h/Natalie-Cole-Posters.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5023335566662903154" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhe2mX_UaNWBIoXArrKdLZEIKd53TztfYg_Eh1pXPSH1ON03VT4kQACq445e0EhZANWmzG5GYv4JznRC5brUTxStjPPsFx10YsBRRJKWYQyMYUUbhY0iIs1twOEdC0UUBa4tSHuBF4z3XE/s320/Natalie-Cole-Posters.jpg" border="0" /></a><br />De nuevo un escaso intervalo de tiempo fue suficiente para enterrar la esperanza de la muchacha: un seco mensaje, todo en inglés, le advirtió de que no había sido posible entregar el escrito a su destinatario.<br /><br />El primer pensamiento que le vino a la cabeza a Marta es que había cambiado de cuenta sin cancelar la antigua, pero se quedó algo intranquila: alguna pieza no terminaba de encajar en el puzzle de la situación.<br /><br />Nuevamente el gusanillo de la incertidumbre alimentaba aún más los inconfesables deseos de volverle a ver, y se estaba convirtiendo en una obsesión que llenaba todas sus horas, impidiendo el desarrollo normal de su trabajo, y acortando sus horas de descanso. Así, la decisión de ir en su busca fue más una necesidad que un deseo.<br /><br />Era, pues, tiempo de caer definitivamente en la tentación, de resolver todos los enigmas, de vencer los miedos, de afrontar la realidad, tiempo de acción. "Hagámoslo", se dijo mientras tarareaba la canción y tamborileaba encima de la mesa con los dedos de su mano izquierda. "Hagámoslo"<br /><br />En su trabajo no le pusieron demasiadas pegas para concederle un par de días de descanso. Marta era buena trabajadora, pero últimamente todos notaban su agotamiento: el humor algo alterado; los oscuros cercos que rodeaban sus ojos, apenas disimulados por el maquillaje; la mirada extraviada, fija y constante en algún punto infinito; los indisil¡mulados bostezos, las pequeñas cabezadas de sueño...<br /><br />Tomó el tren en aquella misma estación, en la que se despidiera de él hace más de un año, un viernes por la tarde, dispuesta a no volver sin saber algo de él; pero solamente tenía cuatro días para lograr su objetivo.<br /><br /><object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=" height="75" width="366" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000"><param name="_cx" value="9684"><param name="_cy" value="1984"><param name="FlashVars" value=""><param name="Movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="Src" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="WMode" value="Window"><param name="Play" value="-1"><param name="Loop" value="-1"><param name="Quality" value="High"><param name="SAlign" value=""><param name="Menu" value="-1"><param name="Base" value=""><param name="AllowScriptAccess" value=""><param name="Scale" value="ShowAll"><param name="DeviceFont" value="0"><param name="EmbedMovie" value="0"><param name="BGColor" value=""><param name="SWRemote" value=""><param name="MovieData" value=""><param name="SeamlessTabbing" value="1"><param name="Profile" value="0"><param name="ProfileAddress" value=""><param name="ProfilePort" value="0"><param name="AllowNetworking" value="all"><param name="AllowFullScreen" value="false"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=c8efd73" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-64084116463777852172007-01-18T08:50:00.000+01:002008-12-11T08:29:23.934+01:00Mensaje en una botella<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAQPX9GcZX7SRybUSYRShrRB20BGDOFQT1g8WO0mXOF0cNmA4WIZL0NzaCTRZYaUsW8Ai0U6zC8-BA2GrNzbIO3C3IZUYK9GyUUNqZE7iQ4Lv5jYGJRxz1io876XDiQdmUcDe4vXEDcdo/s1600-h/email.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5021273309192504082" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhAQPX9GcZX7SRybUSYRShrRB20BGDOFQT1g8WO0mXOF0cNmA4WIZL0NzaCTRZYaUsW8Ai0U6zC8-BA2GrNzbIO3C3IZUYK9GyUUNqZE7iQ4Lv5jYGJRxz1io876XDiQdmUcDe4vXEDcdo/s320/email.jpg" border="0" /></a><br />Ni un sólo tono de incertidumbre llegó a escuchar Marta: un cansino mensaje le advirtió de que el número marcado estaba apagado o fuera de cobertura. Lo siguió intentando varias veces durante la mañana, y por la tarde, hasta que se convenció de que el teléfono no iba a ser descolgado ese día.<br /><br />Pero tampoco lo fue los siguientes. Continuó intentándolo, pero cada vez con menos insistencia, hasta darlo por imposible. Seguramente durante el tiempo pasado, él habría cambiado de número de teléfono, y ahora le iba a resultar más complicado localizarle.<br /><br />Ese inconveniente le desanimó al principio, y durante un tiempo abandonó la búsqueda, envuelta en una nebulosa de trabajo que no le dejaba tiempo para pensar en otras cosas.<br /><br />Un día, sin embargo, notó que las prisas iban a menos; ya podía dedicar algo más de tiempo a leer, escuchar música, e incluso consultar alguna página web en las pausas que se dedicaba cuando terminaba una tarea y empezaba otra.<br /><br />Sin darse cuenta, un día se sorprendió a sí misma leyendo antiguos correos, y ... decidió escribir.<br /><br />No sabía cómo no se le había ocurrido antes esa idea. ¡Qué tonta había sido! Conociéndolo no tenía dudas de que le contestaría. Se puso a escribir enseguida, pero las palabras no le venían; no encontraba el tono del mensaje: empezaba uno demasiado íntimo, y lo sustituía por otro más impersonal; comenzaba un largo relato sobre sus intrascendentes vivencias, y lo cambiaba por alguna chorrada reenviada por una de sus amigas.<br /><br />Tras varios intentos encontró algunas frases que contaban poco de ella, preguntaban algo de él, y mantenían cierto halo de misterio con la intención de provocar la curiosidad. Pulsó la opción de "Enviar" y sonrió satisfecha.<br /><br /><object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=" height="75" width="366" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000"><param name="_cx" value="9684"><param name="_cy" value="1984"><param name="FlashVars" value=""><param name="Movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="Src" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="WMode" value="Window"><param name="Play" value="-1"><param name="Loop" value="-1"><param name="Quality" value="High"><param name="SAlign" value=""><param name="Menu" value="-1"><param name="Base" value=""><param name="AllowScriptAccess" value=""><param name="Scale" value="ShowAll"><param name="DeviceFont" value="0"><param name="EmbedMovie" value="0"><param name="BGColor" value=""><param name="SWRemote" value=""><param name="MovieData" value=""><param name="SeamlessTabbing" value="1"><param name="Profile" value="0"><param name="ProfileAddress" value=""><param name="ProfilePort" value="0"><param name="AllowNetworking" value="all"><param name="AllowFullScreen" value="false"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=876df19" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-4787672445282722852007-01-09T08:40:00.000+01:002008-12-11T08:29:24.112+01:00Nostalgias<em><span style="font-size:78%;">Imagen tomada de </span><a href="http://blogs.ya.com/cajondesastre/" target="_top"><span style="font-size:78%;">CajónDesastre</span></a></em><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQbozsLPZYWlbqEPw9ypeXyBBCer7giRrPuasyPw66HNliZx9DsB8Dzylb9q14EICi8ZZerxgyVMhCM2EIiEB0qpkc4IoV29yhttf2RnwIB0dqeUtUIVZ1vD5B0hJ0p6ns2FtS82iKjKA/s1600-h/nostalgiashc0.jpg"><img id="BLOGGER_PHOTO_ID_5017789076575202738" style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" alt="" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjQbozsLPZYWlbqEPw9ypeXyBBCer7giRrPuasyPw66HNliZx9DsB8Dzylb9q14EICi8ZZerxgyVMhCM2EIiEB0qpkc4IoV29yhttf2RnwIB0dqeUtUIVZ1vD5B0hJ0p6ns2FtS82iKjKA/s320/nostalgiashc0.jpg" border="0" /></a><br /><br />Marta se quedó unos segundos escuchando la ovación mientras unas lágrimas resbalaban por sus mejillas. Descendió las escaleras y salió del garito por un pasillo, entre felicitaciones, hasta encontrarse con el fresco de la puerta.<br /><br />Allí, escuchó como la gente jaleaba a un nuevo espontáneo, y ella se encontró de nuevo sola, en silencio, tanto como se había sentido mientras cantaba, tanto como lo había estado durante los últimos meses.<br /><br />Las lágrimas se habían secado ya; el surco salado había dejado su huella y estaba más frío que el resto de la cara, no quedaba ninguno de sus acompañantes, ni nada que hacer allí, así que comenzó a caminar con ese ritmo lento pero armonioso, como el comienzo de una sinfonía, que nunca dejaba indiferente a quien se atrevía a mirar.<br /><br />Por fortuna el peso de la noche le hizo desear llegar pronto a su casa, y olvidar entre las sábanas su soledad; así sus necesidades físicas dieron unas horas de tregua a las afectivas. A la mañana siguiente fue justo al revés: su cuerpo se tomó justa venganza de los excesos nocturnos y entonces apareció él con mucha mas fuerza en sus pensamientos, rompiendo la barrera defensiva que tan buenos resultados le había proporcionado en los últimos meses.<br /><br />La secreta e íntima promesa que se hiciera en los días siguientes a la ruptura se deshizo como un castillo de arena, que parece indestructible a los ojos de un niño, pero el implacable roce de las olas es capaz de deshacerlo en minutos. Había decidido no querer saber nada más de él, no llamarle, no preguntar, nada: dejar que el espeso manto del tiempo cubriera poco a poco sus recuerdos como la hierba termina arruinando el camino que ya no es transitado.<br /><br />Pero esa mañana, por primera vez, Marta sintió la tentación, quiso saber por qué, quiso saber cómo estaba, qué había sido de él, qué tal le trataba el paso del tiempo… ¿Qué mal había en ello? ¿Qué podía perder intentándolo?<br /><br />Dicen que al lugar donde fuiste feliz no deberías tratar de volver, pero ella decidió desoír esta vez a la voz de su conciencia, buscó en el viejo cajón de sus recuerdos una nota manuscrita con su nombre y su teléfono. Pulsó los nueve números y el botón de confirmación, y esperó. Su corazón empezó a latir con fuerza.<br /><br /><object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=" height="75" width="366" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000"><param name="_cx" value="9684"><param name="_cy" value="1984"><param name="FlashVars" value=""><param name="Movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="Src" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="WMode" value="Window"><param name="Play" value="-1"><param name="Loop" value="-1"><param name="Quality" value="High"><param name="SAlign" value=""><param name="Menu" value="-1"><param name="Base" value=""><param name="AllowScriptAccess" value=""><param name="Scale" value="ShowAll"><param name="DeviceFont" value="0"><param name="EmbedMovie" value="0"><param name="BGColor" value=""><param name="SWRemote" value=""><param name="MovieData" value=""><param name="SeamlessTabbing" value="1"><param name="Profile" value="0"><param name="ProfileAddress" value=""><param name="ProfilePort" value="0"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=0eac776" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4572962068411179921.post-88019303975259929132006-10-24T14:27:00.000+02:002007-01-09T16:30:21.173+01:00Pena de bandoneón<a href="http://photos1.blogger.com/blogger2/913/558222908741599/1600/malena.jpg"><img style="FLOAT: left; MARGIN: 0px 10px 10px 0px; CURSOR: hand" height="237" alt="" src="http://photos1.blogger.com/blogger2/913/558222908741599/320/malena.jpg" width="237" border="0" /></a><br /><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div></div><div><span style="font-size:78%;color:#c0c0c0;">Imagen tomada de <a href="http://70e.blog.hr/">http://70e.blog.hr/</a></span></div><div><span style="font-size:78%;color:#c0c0c0;"></span></div><div><span style="font-family:verdana;font-size:130%;color:#cccccc;">No entendía por qué se hallaba allí, en aquel escenario, delante de tanta gente desconocida, pero ya no podía echarse atrás.</span></div><div><span style="font-size:130%;"></span></div><div><span style="font-family:verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><div><span style="font-family:verdana;font-size:130%;color:#cccccc;">Después de unos segundos de espera, que se estaban haciendo eternos, estaría interpretando una canción escogida por no sabía muy bien qué motivos; pues era perfectamente consciente de que se le erizaba el vello de sólo escucharla, y que cantarla, con toda seguridad le haría estremecer hasta arrancarle algunas lágrimas de esos oscuros ojos, algo nada difícil de conseguir por aquellos días.</span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;">No sin esfuerzo, sus amigas le habían convencido para salir a dar una vuelta, confiadas en que así conseguiría salir del encierro que a sí misma se sometía, y en cierto modo lo habían conseguido. La noche había estado animada, ella parecía olvidar sus preocupaciones, mostrándose participativa e incluso ingeniosa, como solía serlo antes. El vino de la cena le había devuelto la chispa, no sólo a sus ojos, también a su lengua, especialmente mordaz y sarcástica en esa cena.</span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;">A última hora, incluso había insistido en quedarse en aquel karaoke, a pesar de que casi todas sus amigas estaban terminando la velada, y deseando irse a casa. </span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;">Y ahora se encontraba allí encima, rodeada de gente bulliciosa, que sin embargo había enmudecido al escuchar las primeras desarradoras estrofas de la canción.</span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;">Y es que Marta se estaba cantando un tango a sí misma, estaba bebiendo su propia amargura, mientras su voz quebrada arañaba los corazones de los presentes. Ella era la misma Malena de la que estaba hablando, la que cantaba con voz de sombra, la que tenía pena de bandoneón. </span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;">Su voz rasgada tenía el frío del último encuentro, el recuerdo de aquel romance, que a ella, en cambio, ni siquiera el alcohol podía arrancarle unas palabras, porque lo tenía bien anclado en su corazón. </span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;">Y era precisamente entonces, en ese momento, paladeando la letra de la canción, cuando se daba perfecta cuenta.</span></div><div><span style="font-family:Verdana;font-size:130%;color:#cccccc;"></span></div><br /><br /><object codebase="http://download.macromedia.com/pub/shockwave/cabs/flash/swflash.cab#version=" height="75" width="366" classid="clsid:D27CDB6E-AE6D-11cf-96B8-444553540000"><param name="_cx" value="9684"><param name="_cy" value="1984"><param name="FlashVars" value=""><param name="Movie" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="Src" value="http://www.goear.com/files/localplayer.swf"><param name="WMode" value="Window"><param name="Play" value="-1"><param name="Loop" value="-1"><param name="Quality" value="High"><param name="SAlign" value=""><param name="Menu" value="-1"><param name="Base" value=""><param name="AllowScriptAccess" value=""><param name="Scale" value="ShowAll"><param name="DeviceFont" value="0"><param name="EmbedMovie" value="0"><param name="BGColor" value=""><param name="SWRemote" value=""><param name="MovieData" value=""><param name="SeamlessTabbing" value="1"><param name="Profile" value="0"><param name="ProfileAddress" value=""><param name="ProfilePort" value="0"><embed src="http://www.goear.com/files/localplayer.swf" flashvars="file=fdfdbf6" quality="high" pluginspage="http://www.macromedia.com/go/getflashplayer" type="application/x-shockwave-flash" width="366" height="75"></embed></object>Juanjo Montoliuhttp://www.blogger.com/profile/17719319860310355622noreply@blogger.com10