Marta se asió fírmemente al asiento trasero, bien segura de sí misma. No se había parado a pensar para qué empezaba esa loca persecución. No tenía tiempo. Era hora de tomar decisiones firmes, sin plantear los porqués, dejándose llevar por la intuición.
Todo fue relativamente bien hasta
El taxista, desvió su automóvil por la primera salida y paró en el arcén.
- ¡Mierda! Se nos han escapado los hijos de puta, exclamó golpeando el volante con ambas manos.
- ¡Puagggg!, se escuchó desde atrás, mientras Marta echaba la pota junto a la puerta.
En esos trances estaban cuando otro coche negro con cristales tintados paraba delante de ellos, cortándoles la salida.
Todavía agachada, con la cabeza sujeta con ambas manos, Marta vio una sombra femenina sobre los restos de su vomitera. Su mirada desenfocada por las lágrimas tardó en distinguir la figura, pero antes la voz cálida de la mujer se dirigió a ella con desacostumbrada familiaridad.
- Tú debes ser Marta, ¿no? ¿Te encuentras bien?
Ella dijo sí con la cabeza, incorporándose, con un interrogante en la mirada, pero la mujer se anticipó a la probable pregunta.
- Mi nombre es Marisa.
5 comentarios:
Me alegra volver a ver que sigue la historia de Marta, el problema es que con la memoria que tengo, o mejor dicho la falta de memoria, no recuerdo lo que le ocurría en los relatos anteriores. Volveré a leerlos otra vez.
Un abrazo
Me alegra como a Alma que hayas retomado la Tentación.
Marta es cada vez más humana, algo está ocurriendo.
UN BESO
Muy interesante, lo he leido como si viera una película, describes muy bien las situaciones y envuelves al lector en ellas.....volveré por estos lares.
Gracias por pasarte por mi blog, aún no sé cómo continuaré la historia, improvisaré.
La venganza es dulce.....y amarga a la vez.
Un saludo!
bonita historia....a veces los q señalan son los señalados...ya he publicado mi verdad...
un saludo y siento el episodio..
Buen texto lleno de emociones.te dejo abrazos llenos de SOL
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