miércoles, octubre 21, 2009

A vida o muerte


En el Gregorio Marañón cada segundo cuenta. Los auxiliares corren empujando la cama, balanceándose los goteros con furia. El cirujano revisa el material de prisa, pide los guantes, se ajusta el delantal y se ciñe una máscara. Los ayudantes se mueven con una rapidez y precisión labradas por años de experiencia, aunque entre ellos siempre se mezcla algún novato, médico o auxiliar, que estorba un poco el ritmo trepidante pero armonioso del trabajo. Cuando el paciente llega, todo está preparado para una intervención rápida.

Desesperante hubiera sido la espera, si alguien aguardara en la sala, pero está desierto el local donde habitualmente anida la impaciencia, y, en cambio, el tiempo del quirófano se mide con otra vara, o mejor dicho, con otro diapasón. En términos absolutos, han sido cerca de cinco horas de operación, un trabajo sofisticado y duro, pero gratificante.

El cirujano todavía no es consciente del cansancio que lleva encima, sólo intuye el éxito de su buen hacer, que deberá pasar todavía por el examen del post operatorio. Si éste complica con alguna infección, o el paciente no termina de recuperarse pronto de la debilidad causada por la pérdida de sangre, todo el trabajo podría irse al traste.

Sin embargo, él sonríe optimista. Apostaría diez a uno por la supervivencia del hombre que ha centrado sus pensamientos las últimas horas, piensa mientras se cambia de ropa.



5 comentarios:

pepa mas gisbert dijo...

¿pero que le ha pasado? ¿a Ramón? ¿o?.

Xiquet, que me mareas

Camy dijo...

¿Sabes qué? Mañana empezaré por el principio. Pierdo un poco el hilo.

::))

FJavier dijo...

Echo en falta en tan emotivo trance la mención de un personaje que vive de salvar vidas. Aunque él está acostumbrado a permanecer en la sombra, se me antoja necesario en esta historia. Si me lo permites.

Me refiero al profesional que sin cortar ni coser permite que se haga, que mantiene vivo al paciente a pesar de ello y durante todo ello, que se encarga de mantener su integridad funcional dentro de unos márgenes de seguridad y comodidad compatibles con la vida y con su continuidad y que, además, no tiene margen de error posible.

Lo cierto es que las películas han encumbrado e idealizado la figura de un solo elemento profesional en una actividad que requiere de una gran sincronía en el trabajo en equipo para garantizar su éxito.

Me refiero al anestesiólogo.

Gracias y un saludo.

Miri dijo...

Jo... vaya manera diferente de verlo... uno nunca se pone en la piel de las personas en cuyas manos deja su vida...

Saludos,
Miri :)

ËM¥ £Ï dijo...

Vengo a visitarte desde el blog Maria,una en común y mas querida amiga. Como profesional medico, te agradezco tus palabras. Nuestra misión es ardua pero pero la gratificacion de salvar una vida es invaluable.
Gracias por tu reconocimiento en esta mención que has publicado. Cariños.