lunes, octubre 08, 2007

Cruce de caminos


Mientras tanto Marta estaba sentada en el desayunador del hotel, se había servido abundantemente del buffet, sin reparar demasiado en el poco apetito que tenía, y removía el azúcar del café con leche con la cucharilla sin pensar en lo que estaba haciendo. A pesar de que había dormido demasiadas horas, no parecía haber despertado del todo; tenía la cabeza embotada, con un ligero dolor difuso que le impedía concentrarse en nada. Removía y removía, la vista puesta en el remolino que producía en la superficie marrón claro, con la única certeza de no saber qué hacer, y la incómoda pregunta de sus razones para estar allí, sola, sentada en un hotel de Madrid, en busca de un espectro que, seguramente, no deseaba ser encontrado.

Se daba cuenta entonces de lo poco que sabía de su antiguo novio, de la vida que hacía cuando no estaba con ella, de sus costumbres, su horario de trabajo, incluso sus aficiones. ¿Por dónde empezar? ¿Viviría en el antiguo piso donde pasaban el fin de semana las pocas veces que ella iba a verlo? Le parecía imposible. De ser así, seguramente habría respondido a las llamadas del teléfono fijo. O quizá no, tal vez hubiera dado el teléfono de baja o cambiado de operador, ¿quién sabe? Como tampoco tenía otro sitio por donde empezar, se hizo con un plano del metro en la recepción del hotel, y examinó la mejor combinación para llegar a Pirámides. Desde allí el piso quedaba a un tiro de piedra.

Con los ánimos resucitados por la decisión tomada, terminó el sandwich de un bocado, pegó dos sorbos del todavía caliente café con leche, y se dispuso mentalmente a entrar en las turbulentas aguas del caudaloso río que es la Gran Vía. Enfrente, la Plaza de Callao se le antojaba un gigantesco cruce de caminos que miles de personas transitan sin saber que quizá, por el simple hecho de tomar una dirección y no la contraria, sus vidas pueden tomar derroteros totalmente opuestos. Cibeles, Plaza de España, Sol, Santo Domingo, cuatro caminos, cuatro posibles finales o principios, y tal vez sólo uno permitía la salida del laberinto emocional en el que se encontraba, pero para ése quizá tuviera que callejear bastante más en el complejo puzzle de calles estrechas que tapizaban el mapa de su corazón.


5 comentarios:

Nikté dijo...

Me va gustando cadía más y hoy en especial y sabes por qué?
Porque hoy la has dotado de sentimientos.
No se me hace tan fria.
La veo tomando ese café, distraida y absorta en sus pensamientos
Y ese final...
Oh Good!!

Muackssssssss

Juanjo Montoliu dijo...

Por lo general, las entradas que hablan de Marta son más cálidas. Es maja Marta, ¿no? Dí que sí, que para eso es mi heroína, una heroína de las mías, de esas que se sientan todos los días en el mismo vagón que yo, y jamás dicen nada, con el mp3 siempre en la oreja, y un día ves su foto en el periódico.

Besos.

Nikté dijo...

Te digo que si, que si lo es.
¿Está este niño contento?
Muacks

Juanjo Montoliu dijo...

Sí, lo estoy.

Anónimo dijo...

buuuuuuf juanjo!

he parado aquí para salir de las sombras y gritarte FELICIDADES por tu blog.

llebo un rato leyendote y... me encanta todo lo que he leído hasta ahora.

sigo en ello, pero no he podido evitar parar para que sepas que estoy por aquí...